martes, 1 de enero de 2008

La sonrisa más hermosa del mundo

Guardo desde agosto como un tesoro la entrada más hermosa del mundo que un joven soldado me escribió desde su trinchera. Sintiendo mi corazón en deuda permanente frente a un teclado en el que todo me parecía poco y nada era la evidencia de mi bandera blanca ante la certeza de sus versos.

Su sonrisa. La inmoderada sonrisa que seca mi alma en los días de niebla. La sonrisa que me limpia los sábados de soledades insostenibles, las noches de San Juan sin hogueras, las madrugadas sin retorno velando a un Nazareno apostados en la puerta de la niñez, junto al convento de las Dueñas. Su casa. Mi casa. La pasión de esta tierra sin pasiones.


Sus silencios. Esos silencios que saben que no hace falta decir. Los labios sellados, el corazón abierto de orejas. El silencio apostado en las calles estrechas donde no existen saludos. Mi silencio caminando junto al suyo. Conociendo, aprendiendo, sintiendo. Murmurando una nana frente a la ciudad dormida. Pariendo rimas, contando estrellas.

Las letras rojas de algunas noches; las ausencias que retornan a las letras rojas de algunas noches. Los reencuentros para volverse a perder. La humedad de las bodegas. La máquina de helados de Felipe esperando que dé el paso para desandar parte de mi vida y cumplir años a su lado. El orgullo de esta ciudad sin orgullo envuelto en cota de malla. La sonrisa anónima desde la última fila del patio de butacas a cielo abierto, al pie de una cúpula coronada de cigüeñas. El beso medieval que estampa su huella por los postigos.


Las callejuelas del camposanto en la noche de Ánimas. Cera derretida sobre la piel. La vida paseando en el jardín de la muerte. El frío, el abrazo. El refugio cierto de su amistad sólida. Los cardos floreciendo en las varas. Las noches, las lluvias. Los días en que sale el sol porque él sonríe y es como si se iluminara el mundo.

La mirada. Los ojos oscuros clareando sobre la ciudad de las piedras y los muertos. La mirada nazarena de los martes. Un río de orillas izquierdas y atlánticas. Río de aguas negras como negros son los lutos. El calvario que se alza tras un bosque de cruces, el instante pactado, nuestra madrugada para siempre. Bendita la luz.

La letanía de avesmarías en el torno azucarado de Cabañales. Valorio preñándose de primavera. El terciopelo morado negándome por tres veces al pie del templo que consagra la memoria de los amotinados a los pies de un Cristo Muerto. Las losas perfumadas de flores con un dragón vigilando el sueño de los gigantes.

Un camino romero tapizado de pisadas centenarias. Sus zapatillas nuevas. Las camisetas de algodón. El pelo húmedo oliendo a limpio. La cámara al hombro, el mundo en el bolsillo. El mar prendido en la solapa. Galicia más allá de los montes. Los dedos largos que acarician las incertidumbres.


Y así, Javier, meditando durante meses cómo rubricar la paz de tus palabras, como si fuese aquel bebé de la vieja foto, lo he intentado. Escribiendo de madrugada, vencida por el último sueño, he querido regalarte la primera, la sonrisa más hermosa del mundo.

14 comentarios:

Alberto dijo...

Un cajón de sastre es el alma de Javier, con todas esas cosas adornando la juventud y el futuro que le espera. Nada se puede añadir a cada hermosa palabra que le dedicas. Diría que te lo chivó un sueño mientras lo escribías en una noche de vela. Pero bien sé que cada letra lo ganaste estando ahí, conociendo y desvelando, apartando cada velo que se esconde tras los ojos del chico de la Pasión, del actor de Tizona, del estudiante, del zamorano, del soñador, del amigo...

Lola dijo...

Caray, Ana, no conocía a este chico, Javier, del que hablas este primer día del año, pero..¿cómo haces que describes tan bien las sensaciones? Es muy bonito en esta fábrica de sueños descubrir estas cosas.
Ana, cuando sea mayor quiero escribir tan bien como tú.
Un beso.

DESPERTAFERRO dijo...

Me ha gustado mucho. Sabes escribir, y tu capacidad de evocación, es impresionante.
¡Ya me gustaría a mí encontrar las palabras como lo haces tú!
Enhorabuena. Narcís

Skunky dijo...

Javier...

Al leer esta hermosa entrada me he acordado de aquella mágica noche en la que mezclamos un festín bajo tierra con el olor del Duero. Una noche en la que bailamos al son de pasodobles haciendo el cafre y colgamos frases de las estrellas mientras Zamora dormía apaciblemente.

Créeme que esa ha sido una de las pocas noches que he guardado entre mis recuerdos.

Mil gracias por haberme regalado aquellos momentos.

Un besazo!

Víctor L. Gómez dijo...

Y ahora que cuento yo...

De Javier he escrito muchas cosas y mas le he susurrado al oído. No hay objetivos para el. Solamente puedo afirmar con rotundidad, que si no le hubiera conocido, hoy día no seria la persona que soy, conocerle cultiva el alma y la mente.

GRACIAS JAVIER.

Duke dijo...

Gracias a la pasión has conseguido que nos unamos mucho más,pero gracias a tu sonrisa y tu corazón tambien.

Gracias Javi y Ana por dejaros conocer.

Un besazo!!

Ana Pedrero dijo...

Gracias a todos por las cosas tan bonitas que dejáis en la fábrica, aunque en este caso el mérito es de Javier, que es quien ha impulsado cada frase.

Despertaferro: no sé qué me pasa con tu blog, pero cuando entro me pone que tengo que activar no sé qué y al momento me da un error en el explorer. Y es una pena, porque me gusta leerte y me gustaría estampar la huella de mis visitas que, te lo prometo, son diarias.

Un beso a todos. El segundo del año, porque el primero lo dejé aquí escrito. :)

estrella de mar dijo...

Ana desde que estoy en Toro y cuando coincido en mi casa dejando que repose mi tobillo me da por poner la Cope y escucharte (yo que no salgo de la Ser y Rne más que pa escuchar música en los 40... y eso muy de vez en cuando).

Pero el otro día salió Rosita y lo quité, que amargarse a una sola el día es bobada.

En fin... como la entrada va dedicada a Javier... pues recordar que el año pasado los dos mirábamos con cara de asombro a un pirao que pensábamos que nos iba a hacer saltar por los aires a todos, porque no paraba de echar gasoil o algo similar a una hoguera. Fue en la romería en la que te compré una rifa de esas del Mc Donalds (los santos y yo no nos llevamos bien. Ellos no saben mi nombre y yo olvido el suyo)

Fue una noche friki pero chula!!
Buen día de trabajo mañana!!

Alfredo dijo...

Mucho tiempo hacia que no entraba yo en esta fabrica, el mismo que dejé de tener sueños, pues cuando vueleve a la cruda realidad es peor, por eso querida Ana, no he vuelto a visitar tu fabrica, esa de la que yo en algún momento fuí participe.
pero no me arrepiento de a ver vuelto a entrar, aunque solo haya sido de visita, pues solamente el poderte leer merece la pena mantener esta fabrica en pie, ya que hasta las cosas tristes las describes con dulzura

Un abrazo AMIGA

dario jurado dijo...

La envidia me corroe.

Un beso.

Darío Jurado

Donce dijo...

Darío, a mí también!!

"Rober" dijo...

Saludos.
Sólo entro aquí para decirte que he añadido tu blog a la lista de blogs interesantes en los enlaces desde mi blog de opinión y mi blog de fotos.

Javier García Martín dijo...

Alguien me dijo que no te contestara hasta que me sintiera seguro. Que hice bien diciéndote de camino a Salamanca que no tenía palabras para hacerlo. Muchas gracias, Ana, no sé corresponderte aquí. Lo haré con la certeza de los momentos que nos quedan por compartir. Sonrisas que dibujar y nublados que colorear. Un beso

Ana Pedrero dijo...

Tus silencios me saben tan bien como tus palabras. No hay nada que corresponder: era yo la que estaba en deuda. Porque me devolviste hace dos años algo que había perdido hace tiempo. Y por lo que nos resta.

Un besazo, Javito. :)