Mientras ésto escribo, a las dos y ocho minutos de la madrugada, apura Tomás sus últimas horas antes de la prueba que le llevará a elegir especialidad. Alguna vez os hablé de él. Es nuestro Lucano. La sonrisa ancha. La palabra prudente. La blanca bandera de la honestidad. La fe inquebrantable de los que no necesitan meter el dedo en la llaga y sí curarla, antes con el don de la alegría que con vendas esterilizadas.
Tomás se ha licenciado en Medicina, pero ya era médico de almas. Nació médico sin saberlo. O quizá lo sabía y sólo anduvo los pasos justos. De libro en libro, de mirada en mirada. Aquí, en esta fábrica, cuando se fractura un sueño, noto siempre su presencia recomponiéndonos el alma. Sin imponerse, con la envidiable inteligencia de los que son grandes y no se anuncian. Pasito a pasito, suturando otoños descosidos, inviernos sin esperanza. Y le pone nombre a los días y tiritas a las noches.
Lo recuerdo una noche mágica salvando un mundo imaginario que latía bajo un palacio de cristal. Y en la penumbra de la capilla dorada, mostrándome los sueños de nuestro Cristo Dormido, aquel que yo también soñé antes de besarle los pies. Cuando tres sumábamos tres; cuando en verdad contábamos todos por igual. Y aquella primera noche en que quiso que extendiese mi berrenda capa impregnada de sal y murallas sobre sus días con nombre, para que inventásemos nuevos nombres juntos. Y conjugamos Carrión en tiempo pasado y Salamora en todas las declinaciones posibles. Y brindamos cuando escuchamos las plegarias desnudas del Mozo por las calles. Y nos empapamos de la primera luna llena de abril, resguardando el corazón del frío del arrabal.
No sé si ahora estará dormido o apurando las últimas horas antes de que se cuele el día por su ventana. No sé siquiera si vendrá mañana, porque le hemos dado moscosos para apaciguar el esfuerzo de su tesón sin reposo. Y será, ya es, médico de familia. De esta familia que sueña imposibles y pone en pie fábricas de deseos incluso en los tiempos del cólera.
Pero yo estoy despierta. Despierta en la primera noche de soledad de mi vida. Esta noche en que el silencio se masca en este piso de paredes vacías que quizá un día haga mío, pero que esta noche me viene un poco grande. Despierta en esta madrugada que me invita a dormirme. Y pienso en tí, Tomás. En tu sonrisa ancha. En tu tremenda capacidad de entrega. En la dulzura de tus gestos, en la firmeza de tus convicciones. En tu desprendida bondad, en la casa de dolor que conviertes en un templo de la esperanza. Curando deshauciados de la vida, arropando almas solitarias.
Porque aquí no necesitas reválidas. Porque te necesitamos cerca. Para que bautices nuestros sueños con nombre propio. Para que sanes nuestras soledades con tus remedios.
Mil besos, querido amigo.
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13 comentarios:
¡La intensidad que se desprende de tus palabras!
No llego a alcanzar tal grado de conocimiento compenetrado con tu protagonista, pues conozco mejor a Lucano que a Tomás. Pero, hasta donde lo que sé alcanza, suscribo y subrayo todas y cada una de tus frases.
Pocos hubieran sido capaces de conocer así a Tomás, en tan poco tiempo (¿?), y además saberlo expresar tan certeramente.
Cordialmente,
Félix
Bueno, Tomás, a estas horas ya el médico de familia tiene que estar más feliz que una perdiz...y yo contigo, amigo mío. Que como siempre me entero en casa de tus exámenes más importantes.
Felicidades, Tomás, y un fuerte abrazo.
Ay madre, el chiquillo que estaba en segundo de Medicina...mi improvisado confesor de tantas ocasiones...Como pasa el tiempo, amigo.
Un consejo de obrero-chapuzas de la felicidad: No duermas y haz de tu piso, tu casa. Empapa de tu presencia y sueños las límpias paredes. La soledad es buena compañera si le abres el corazón y la engulles antes de que ella te dé su zarpazo.
No conozco, más que de vista, a Lucano y poco puedo decir más que alegrarme de que alcance un sueño.
A fin de cuentas para eso existe tu fábrica, para construir sueños y lograrlos en mayor o menor medida.
Siempre consigues que uno vuelva a soñar y por ello a vivir. Para eso creamos las utopías, para tener un empuje que nos haga vivir o sobrevivir en las noches de insomnio.
Ayer me sorprendió lo tranquilo que estaba. ¡Qué entereza tiene este hombre! Solo le deseo lo mejor, que hoy se recupere y que pronto conozcamos su éxito.
Un abrazo.
No conozco a Tomás, o Lucano. Ser médico significa, creo, entrega y generosidad a raudales. Será, por lo que escribe Ana, que él es así. Mi enhorabuena.
Por cierto, por si algunos de los soñadores de esta fábrica leéis este comentario, os invito a leer la entrada "25. El sueño, en cuatrocientas palabras" de mi blog Guarismo . Es, o lo intento, un homenaje a esta fábrica de sueños de Berrendita.
Un abrazo,
Miguel
hola
magnifico blog
te invito a visitar mis modestos blog
aquiestatublog.blogspot.com
para que votes a otros blog y te des a conocer
quemeescuchen.blogspot.com
para quejarte de lo que desees
gracias
perdona por usar comentarios,no vi email
¡Qué cosas dices, Ana! Ya pasó la tempestad del examen y traigo ahora la calma de siempre. Si anoche, mientras tú escribías, yo dormía y soñaba, otra víspera llegará en que, insomne, aguarde la hora de volver a ponerme la bata. Mientras tanto, de guardia permanente en la Fábrica. Siempre cerca. Para eso estamos.
Mil flores, querida amiga.
Félix: Lucano es exactamente igual de prudente, de buena gente y de fiel amigo que Tomás. Es un lujo conocer a ambos. Un beso.
Lola: gracias a Tomás llegaste tú a esta fábrica. Así que siempre tendremos algo que agradecerle. Un beso.
Gorky: tendré en cuenta tu consejo. Lo intento, pero a veces los sueños se ponen tan cuesta arriba que a poco que te descuides ruedan por una pendiente y se hacen pedazos. Por suerte, Tomás estará siempre ahí para hacer una sutura. Otro beso.
Conchero: es que Tomás es una balsa de calma. Sé que sólo lloró un día, y yo estaba muy cerquita. Y le enjugué alguna lagrimilla, aunque no lo supiese. Otro beso.
Guarismo, ya te he contestado en tu blog. Precioso. Cuatrocientas gracias. Cuatrocientos besos.
Goloviarte: gracias por venir hasta esta fábrica de todos. Luego pasearé por tus blogs. Bienvenido y vuelve cuando quieras!!
Lucano: ojalá esa noche de vigilia estemos tan cerquita que podamos rozarnos. Además, tenemos pendiente una noche en la que salir a contar y devorar estrellas. Mil besos.
Recuerdo el día que abriste las puertas de esta Fábrica y cómo enseguida me diste una copia de la llave (así eres tú, desprendida y cariñosa) y siento que desde aquel día se empezó a formar una pequeña "familia": dukesita q nos regalaba rosquillas, skunky (a la que mando un beso), cvloco..,Darío Jurado, Manuel Allue (al q leo y admiro, me encantan sus recetas de canelones Gómez, qué risa), Víctor y su cámara, el polifacético Inmoderado, Doctrinos y sus flores, Conchero, unamaría (q hace tiempo q no sabemos de ella), Luis Santos de Dios (un recuerdo) y alguno más q se me olvida.
Y me encanta seguir viéndoles y también echo de menos a los q ya no pasean por aquí.
LUCANO, tú eres otro de “aquellos días” y otro al q admiro, pq SIEMPRE aciertas a decirle a Ana lo apropiado, en pocas palabras y cargadas de belleza. ENHORABUENA Tomás!
Berren, me alegra ver que la Fábrica se está haciendo grande,q viene gente wena (como nuestro guarismo,etc.) y que todos te quieren y admiran tanto como tú te mereces. Un beso guapetona mía. ´
p.d.: Cómo me enrollo. Ah, se siente!
Donce: ¡qué memorión el tuyo!!. Pues sí, recuerdas bien. Algunos de los que citan se fueron, sin más, aunque siempre les recordaremos por los sueños que ayudaron a construir. Otros siguen por aquí, se asoman de vez en cuando, o desaparecen y regresan cuando quieren.
Y sí, Marisiña: Tomás siempre tiene la palabra adecuada. A veces, muchas veces, me pregunto si es que sabe leer en mi alma, o si es que simplemente me lee la mente. Algo que no enseñan en las facultades de Medicina.
Un beso, preciosa.
Qué fenómeno el médico Tomás y que bellas palabras le dedicas Berrendita!! eres la reencarnación de de varias de las musas griegas como Calíope,Erato, Melpómene.... o de todas!!
Me alegro de haberte acompañado un poquito esa noche y sobre todo de compartir contigo el canto de la lira de Orfeo.
un besooo gordete!!!
Que quieres q te diga en esta noche gelida, que sin ti duermo, que a lo lejos te siento, cerca de mi pecho...
Oh mis mil caricias te dedicaria, por cada suspiro que derramas en tu lecho, pero ahora, estoy sola, pero tan acompañada.
Que bellas palabras Berrendita, cada dia que entro en tu blog, me picas a leerte un poco mas.
No estas sola, estas en tu fábrica de sueños con tus empleados de libertades!
Saludos
Joaquinillo: ais, pa mí que te pasas un pelo con lo de las musas. Y sí, fue estupendo que me acompañases en esa noche con la música de Monteverdi y Hannoncourt al frente de una impresionante orquesta. Mil besos, mil gracias.
Fax: lo que escribes es una pasada. Es para nosotros un honor contar en nuestra plantilla con esa sección de Martos que pone el alma en todo lo que hace, en todo lo que esculpe, en todo lo que escribe, en todo lo que sueña. Otros mil besos para tí.
Y, como siempre, gracias a los dos. :)
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