martes, 20 de enero de 2009

San Cañoño el bueno


Hizo de la calle su casa y de la educación una norma. Zamora era menos de piedra cuando lo mecía en sus brazos.

Perro viejo en las lides de la vida, su mirada pequeñita, viva y rasgada aún destilaba la inocencia de los niños.

Así, tan menudo, tan de nadie. Así lo proclamé santo el mismo día que enterrábamos a mi abuela, hace ya casi diez años, cuando fue el único que arrancó con su presencia lágrimas de emoción de los ojos de mi madre, siempre tan en la cima de sus rocas, tan dura, tan valiente, integrado en aquel desfile de condolencias por donde pasaron alcaldes y gobernadores, militronchos y civiles, vividores y beatos, jóvenes y mayores, fachosos y rojeras, tirios y troyanos. Y Cañoño, tan recogido, tan puro en el dolor de verdad, el que nos arañaba las tripas a la hora de despedir a una hembra tan matriarca, tan de granito y terciopelo, tan de sumar horas al pie de la barra destilando vida chato por chato.

Lo recordaré siempre enfundado en su tres cuartos impecable, revistiendo en jaspeado la pobreza con una dignidad que no poseen los que se llaman señores. Haciendo sonar las huchas en las petitorias de San Antón, tal y como lo inmortalizó Víctor en esta foto que ya es un sueño más de la fábrica, al pie de San Vicente, antes de la procesión de las benditas bestias. Así, en Cañoño puro. Destilando ternura en sus verdades desdentadas. Tan repeinadico, con las facturas de la vida tatuadas en la piel reseca, con la vara florida de enero y el cigarro eterno entre los dedos; con la sonrisa esparcida sobre los mismos labios que mascaban soledades por los adentros.

Se nos fue hace unos meses, cuando coleaban los últimos soles de 2008, antes del tiempo del frío, restando ese patrimonio humano ya tan escaso que hace de la ciudad que nos vio nacer algo más vivo, algo más auténtico, menos malo. Probablemente las calles del otro lado sean más generosas; probablemente lo eterno no le putee, y su abrigo le resguarde más de todas las miserias del mundo.

Descansa al fin, mi buen Cañoño. Santo de lo cotidiano, superviviente de mil batallas.

13 comentarios:

M@r@ dijo...

Me suena mucho ese nombre,no se si es por que ando en los mundos frikis y por eso habrá venido a mi mente ese nombre tan peculiar...

Descanse en paz Cañoño

Un saludo Berren

Félix dijo...

Descanse Cañoño junto a mi Farruco, que no encontrará mejor guía en aquellos terrenos. Seguro que ya, en la intimidad de lo desconocido, han hecho las mejores migas.
Cordialmente,
Félix

Víctor L. Gómez dijo...

Grande Cañoño Grande, el día 17 le echamos de menos, San Antón era su día.

Un besito, frikita.

Anónimo dijo...

Hola Berrendita, soy Carmen de Valencia que hablé contigoel otro dia cuando llamé a Pablo y te escribo este comentario para que veas q era verdad que sigo tu blog desde estas lejanas tierras.Y a ver si le mandas la foto del sombrero a Pablo que si no , no le puedo ver , que el me dice que no se la has mandado y yo no me lo creo.

Hitos dijo...

A mi padre le llamaban "Cañoño"
Me dió un vuelco el corazón cuando vi en mi blog tu actualización con el nombre.

Ana Pedrero dijo...

Mara, Cañoño estaba muy por encima del mundo de los frikis. Es una pena que por tu juventud no hayas podido conocerlo. Mil besos, mi niña. :)

Félix: pues fijo que sí, y que estarán por la tasquita de mi abuela poniéndose al día. Eso pienso yo. Besos. :)

Frikito:grande Cañoño, sí señor. Grande. Qué bien lo has captado en esta foto, artista!!! Gracias, besos. :)

Carmen!! Bienvenida a la fábrica, ante todo. Un placer tener aquí a alguien de la orilla mediterránea, eso siempre. Pues sí, no te miente Pablo, no. La culpa es mía. Máñana, sin falta, se la descargo y te la paso. Está muy guapetón. :)
Un beso de bienvenida, vuelve cuando quieras, guapa. :)

Hitos: qué lujo verte aquí. Pues sí, la verdad es que es una coincidencia. Lástima que no conociese a tu Cañoño. Hombre grande y sabio, sin duda, aunque sólo sea por el tronco que yo conozco de tan impresionante árbol. Un beso. :)

Ana dijo...

Seria un personaje muy querido por todos, espero que este pidiendo en la gloria tambien por San Anton y compartiendo un lugar privilegiado con todos los que se han ido al otro lado con Dios.
Seguro que estara sonriendo y orgulloso de las palabras que le dedicas
Un beso Berrendita.

Anónimo dijo...

Qué bellísimo homenaje...
No sabía nada de este "magno", pero por lo leido era un hombre de los pies a la cabeza (como bien dices, no como muchos que si lo creen). Me ha gustado inmensamente la manera de expresar ese sentimiento desde adentro, desde las entrañas. Felicidades!!
Un abrazo!!

interpreta-sones dijo...

un homenaje precioso. hemos conocido al personaje gracias a tu sentido recuerdo. un 10!

Anónimo dijo...

Hola Berrendita,soy Carmen la de Valencia y queria darte las gracias
por tus palabras de bienvenida a tu blog.Lo visito muy a menudo , me gustan mucho tus historias y a partir de ahora sere una trabajadora mas de tu fabrica.Ahi van dos besos desde el mediterraneo!

Ana Pedrero dijo...

Ana: pues sí. La gente buena, es lo que tiene. Merece sonreir, allá donde esté. Un beso, guapa. :)

David: me ha encantado ese término, 'magno'. Casi tanto como me encanta saberte por la fábrica, que terminará con un desván en la azotea como el tuyo. Un beso. :)

Raúl: un diez para ti. Pasear por tus sones y por tu música es una delicia. Un beso. :)

Carmen: ya estás tardando en ponerte el mono. Gracias por tus palabras, tan bonitas. Sé que te debo una foto, guapa. Besos desde el Tormes, aunque sé que alguno más te llega. :)

Alex dijo...

Una lectura enternecedora. Aún sin venir a cuento, no pude evitar, el leerlo varias veces para embriagarme con tus palabras.

Tienes una forma de escribir exquisita y, a bien seguro, es un gran homenaje para esta persona.

Te seguiré de cerca, pues me has encandilado con bien poquito. ¡Que arte!

Ana Pedrero dijo...

Alex: bienvenido y mil gracias. La fábrica es tuya. Vuelve cuando quieras, y soñamos juntos. Mil besos.

p.d. Pasaré a verte por tus cartas psicóticas, que tienen muy buena pinta. :)