El viaje de ida fue ligero, acomodada entre la sonrisa del amor y la esperanza. El último sol de la tarde bañaba de plata los caños y los esteros haciendo brillar aquellas extensiones inmensas de agua en tierra adentro. El brezo evocaba ese otro brezo de mis veranos, en la montaña norteña donde los helechos y robles se multiplican sin pedir permiso, donde las mujeres aún llevan pañuelos negros en la cabeza y cuentas historias y leyendas con la voz ronca de la tierra sanabresa. La sal adquiría el tono azulado de la primera noche, de todos los sueños por delante.
Bajé del tren y dejé que me recibiese con los brazos abiertos el viento de poniente, lamiendo de humedad y frescura las heridas del viaje. Vestida de blanco, como quien acude a una primera cita. Como una novia que dejó caer su anillo en la inmensidad del mar.
Devoré los paisajes y los poblados, las fachadas blancas y los secarrales que se sucedían abriendo en canal este país de norte a sur. Y conté las estrellas aquella noche primera, para que no se me olvidase el cielo abierto de Cortadura, la canción de la orilla ni su letanía de algas y orejitas de mar devueltas a la arena.
Cierro los ojos para desandar el camino; de los esteros de plata a la ciudad de la piedra. Para que no me duela. Para no mirar por última vez. En Zamora las calles rezuman niebla y humedades; el suelo brilla empapado de invierno y melancolía. Los cielos de día son grises y por la noche se tiñen de naranja, como aquellas noches de Reyes en que sólo mirabas el cielo esperando la Estrella de Oriente sobre el tejado de tu casa.
Pero hoy sopla viento del sur. Y salgo a la calle, donde habita la luz traviesa del mediodía.
Sopla viento del sur. Lo he leído en alguna parte. Y he sonreído pensando en aquel viaje primero, tan leve, tan comiéndome los kilómetros a mordiscos.
Me dejo acariciar el rostro con su soplo tenue. Y dejo también que acune mi alma con su silbido salado de piedra ostionera y atardeceres encendidos. Cierro los ojos de nuevo. Y sonrío, y escucho entonces de nuevo las olas dibujando las noches bajo mi ventana. Y regreso a tus orillas y a tus atardeceres. Y sé que ya siempre vendrás conmigo.
13 comentarios:
Que tu Zamora de siempre y de ahora, te recoja los vientos del sur para asentar tus anhelos. Y que tu Cái de aires contradictorios y soles puros se te guarde en el corazón para los restos.
Un saludo,
Luis Santos
al menos ya sé que soplé lo suficientemente fuerte.
Mi beso más grande.
Darío Jurado
Berrenda...
Cai huele a tí... Desde aquella otoñal noche en que nuestras vidas se cruzaron... noches de risas y anécdotas, de penas y glorias...
Cai se ha quedado sin tí... pero sus olas arullan tu nombre a cada momento, su sal impregnada en sus calles te sigue el rastro, el levante y el poniente cuidan de tu recuerdo...
Cai es distinta sin tí...
Mil besos
Por aquí, por las italias, hay una ciudad algo chiquita que dicen que da un aire a Cádiz.
Se llama Gallipoli, un día espero tener fotografías que demuestren el parecido, aunque una medio valenciana y un medio pucelano, gaditanos de corazón, aseguran que es la segunda Cái.
Tiene cerca una playita muy hermosa, pero la ciudad, que se levanta debajo de un castillo medieval, destaca por su lungomare (lo que en españa llaman paseo maritimo) y por un precioso puerto donde reposan las barquitas de pescadores.
Un día colgaré una foto del llovioso día en el que conocí la segunda Cái y, quien sabe, puede que hasta te dé una idea para un futuro viaje.
Pasó la añorada infancia,
pasó la adolescencia, la juventud..
Pero Aún Queda Vida.
Pasó el primer amor,
y el segundo, y el tercero...
Pero Aún Queda Corazón!!
(J.Q.)
Querida amiga: Todavía quedan muchos trenes por coger...
Pasa unos buenos días en tu Cádiz del alma.
Un fuerte abrazo.
sonríe...
Berrendita:
¿Estás hoy en nuestro Cái?
¡Qué pena no coincidir contigo...! Aunque ¡quién sabe! Aún quedan dos días de este puete de diciembre.
Hoy es Poniente el viento que sopla, Poniente en calma chicha, no Sur. Mira mi blog y verás mi veleta a la 10 de esta mañana (la incluyo ahora, ya sé que has leído mi nueva entrada; pero mírala otra vez).
Un abrazo,
guarismo#gmail.com
No, guarismo, no estoy en Cái. De eso trata precisamente mi entrada, aunque Alberto la haya interpretado justo alrevés.
Por lo demás.... qué deciros a todos, joder!!.
Gracias, Luis. Así sea. Así es.
Gracias, Darío. Precioso; tu soplo siempre me llega. Te quiero.
Skunkita, me haces llorar. No dejes de hablarle a Cádiz de mí.
Estrella, disfruta de tu Cái italiano y cuéntamelo a tu regreso.
Donce, lo jodido es no esperar ningún tren. No encuentro los andenes, mi querida amiga.
Alberto: lee de nuevo la entrada. Suena más a despedida, no? :)
Alvarito, sonrío por tí. Y te quiero. No sabes cómo.
Guarismo, ya te lo he dicho en tu blog. Lanza un beso al viento de mi parte y que se encargue su soplo de esparcirlo por donde quiera.
Un beso a todos. Y gracias de nuevo.
Berrendita, en mi blog te respondí:
"Mañana lanzaré tu beso desde mi boca sobre las olas de nuestro Cái y la mar sabrá cuánto la quieres. Pero que no te duela, que mi tierra, nuestra tierra, no quema... acaricia por dentro y por fuera, te acoge con cariño... y a ti te añora,¡seguro!"
Un abrazo,
Que no encuentras los andenes?? Ya lo veooo. Me quieres explicar qué haces todavía ahí?? Que se acaba el puente... (tú ya me entiendes)
Berrendita cielo, ¡Despedidas nunca!, que son odiosas. Simplemente: ¡hasta la vista!.
Un besazo frikita.
Para Berrendita y sus amigos, enamoraos de Cái: supongo que conocéis este vídeo; pero por si algún despistao aún no lo vió, ahí va: Habanera de los ojos cerrados (Peazo canción, peazo de voz... y bonito vídeo)
Un abrazo.
Publicar un comentario