miércoles, 26 de diciembre de 2007

Capones

(Para mi abuelo, al que no conocí, porque se hace presente en nuestra mesa a la hora de los postres. Para el abuelo de Javito, que ha conocido los capones por su ciencia y también por enseñarle a amar al Nazareno de la orilla izquierda).

De siempre fue uno de los sabores de la Navidad: el del higo paso abierto en canal como una mujer llena de promesas, arropando entre sus carnes azucaradas y oscuras media nuez recién salida de las entrañas de su cáscara. El turrón de los pobres, aquellos capones que alegraban los postres de las navidades en la Golondrina y en tantas mesas pobres de esta Zamora pobre. Esos capones que aún hoy, más de medio siglo después de que se marchase, le recuerdan a mi padre y a sus hermanos la figura de su padre y los blancos manteles del restaurante de mi abuela, por el que campé en las primeras navidades de mi vida.

Eran años de racionamiento y miserias, de infancias tristes con las heridas de la guerra, los miedos y las ausencias sobrevolando de puerta en puerta. Pero los capones endulzaban las nochebuenas y las nocheviejas con la caricia áspera y gelatinosa del fruto madurado desde el verano. Con el chasquido de las nueces recién peladas pregonando su desnudez en la boca.

Y ahora, en estas navidades de excesos y empachos, cuando los capones regresan a nuestra mesa, brindo en silencio por los hombres y mujeres que alimentaron a sus hijos de amores y sonrisas allá donde no llegaban los menús deslumbrantes. Por los que se sobrepusieron al dolor para hacerle una cuna de esperanza al Niño Dios en sus casas. Por los que se pusieron en pie para esperar a los Magos de Oriente como si fuesen de nuevo niños, aunque las sacas de sus Majestades anduviesen muy mermadas en aquellos años y la ilusión fuese un bien escaso, pero nunca caro.

Brindo por aquellos pobres de turrón de pobre, que sin duda conocieron Navidades mucho más ricas que las nuestras y que nos hacen un guiño a través del tiempo cuando abrimos las carnes de un higo paso y lo convertimos en un manjar que sabe a beso y ternura.

10 comentarios:

Guarismo dijo...

No importa el tema, Ana. Lo bordas.
¡Feliz 2008... que sea un gran año para ti y todos los que visitan este b-log!

Kinush dijo...

Holaaa!!que alegria contactar con gente como vosotros!!yo soy nuevo en todo esto de los blogs pero la verdad que es una pasada, sobre todo por eso poder ver y conocer a otras gentes y sus ciudades y sobre todo compartir aficiones. Pues nada lo dicho que es un placer y seguiremos en contacto!!
un abrazo!!y feliz 2008!!!

Kinush dijo...

aah!!por cierto que tu Fábrica de Sueños es una pasada!! y esa tierra tan bella que teneis otra pasada y sus esculturas...¡todo! voy a mirarlo con traquilidad!!
ciao!!

Lucano dijo...

Es por esto, por todo esto que has dicho, que en la huerta conviven el nogal antiguo y las higueras jóvenes de mis abuelos. Que los que ya no están se hacen presentes en los que estamos. Que recuerdo cómo me contaban que los Reyes traían una naranja, y bastaba para ser feliz. Para ser rico de ilusión y de gratitud. Un beso.

Iacobus dijo...

Gracias Ana por recordarme un poco las navidades autenticas, las de nuestros abuelos, las de nuestros padres, de turrón duro partido con hacha, para los mas favorecidos, y de turrón de pobre, que aún hoy es el preferido de mi padre y sobre todo de mi suegro.
Ahora que la navidad es una fiesta sin sentido, consumisnta y hecha a medida de la empresa del triangulo verde, aún hay quien recuerda como es una autentica navidad.
FELIZ AÑO PARA TODOS!, espero que todos vuestros deseos se cumplan y para tí "mestra" sigue soñando y cumple tus sueños que yo me conformó con leerlos cada día.
Un Abrazo.

Lola dijo...

Casi se pueden saborear estos manjares que describes con tanta exactitud. Casi se paladean. Eso sí que eran las Navidades de verdad, y no este revoltijo que nos toca vivir, aunque siempre hay esa ternura, escondida por algún sitio.
Se nos acaba el 2007, Ana, así que venturoso 2008 ya empieza a balbucear por las esquinas de Salamanca.
Espero, si es que no te vuelvo a leer por aquí que tengas un año provechoso, de esos que salen todo bien, y por favor, custodia bien La fábrica de sueños, que pronto voy a Zamora, y lo mismo me la encuentro por la catedral cuando visite al Cristo de las Injurias y al Yacente, mis debilidades zamoranas.
Un beso.

Ana Pedrero dijo...

Querido guarismo gaditano: Muchas gracias por todo. No sé si lo bordo, pero sí que te digo que procuro dejar muchas puntadas. Con hilo y sin hilo, pero siempre de corazón. Viniendo de tí, me lo tomo como un piropazo.

Kinush, bienvenido a esta fábrica que también es tuya. Cuando quieras, aquí tienes un montón de mano de obra para enseñarte nuestra Salamora, que es un híbrido de Zamora y Salamanca que se extiende hasta Cádiz pasando por Martos. Casi ná.

Lucano, mi médico del alma: daría un mundo por poder ser feliz con una naranja. En cualquier caso, hay palabras que nos hacen felices, aunque se las lleve el viento. Porque también el viento a veces las devuelve y las esparcepor la huerta donde conviven la higuera y el nogal.

Amigo Iacobus. ¡¡Ya era hora de que asomases por aquí!!. Veo que en tu casa también los capones alegran los manteles. Me encanta. Creo que desde ahora serán uno de los platos estrella de esta casa nuestra. Y sí, sigo soñando, aunque lo de cumplir los sueños esté tan jodidamente caro.

Lola, mi contramaestre llena de preguntas y flores: ven cuando quieras y te acompaño encantada a esa ruta, que también es la mía. Lo mismo, por detrás de la cúpula, vemos asomando la chimenea de una fábrica de sueños.

A todos, un beso y GRACIAS.

DESPERTAFERRO dijo...

¡Hola! me permito asomar la cabeza a este virtual domicilio para desearos un nuevo año lleno de sueños tan bellos como los que he leído en vuestro post.
A medida que comencé a entrar en años caí en la cuenta de que si no era capaz de ser feliz comiendome una sardina con los dedos, mejor sería durar poco, pues de lo contrario, podría ser muy desgraciado.
Un beso y a seguir soñando.

Ana Pedrero dijo...

Dios mío, qué honor!!!. El señor Despertaferro por esta fábrica!!. Sé bienvenido siempre. Los amigos de mis amigos son amigos míos. Y la puerta siempre está abierta. :)

Un beso.

manuel allue dijo...

Berrendita, ya ves, me he despistado unos días. No sabía que se llamaran "capones" y no es que me lo apunte, es que ya forma parte de mi léxico gastronómico-sentimental. Gracias.

En mi casa se seguían costumbres zamoranas, compartidas con otras de aquí y de allí, un poco de todas partes (a eso le llaman mestizaje). Nosotros, de niños, a los capones les llamábamos, y bastante pornográficamente, "casamientos". Y no lo hacimos entre risas porque nos parecía (y lo era) un casamiento casto. Abríamos el higo paso por la mitad y ahí iban a rellenarlo media nuez, efectivamente, ¡y una avellana!, con dificultad, preñándolo, y como aportación local a tu capón.

En tu honor voy a brindar hoy también por tí y por los tuyos, los de tu casa y los de tu fábrica, para que el ángel capón y preñado del año nuevo nos sonría hasta mediados de marzo y, entonces, nos haga llorar. Como siempre (o más).