Era Jueves Santo. El último día que nevó en Zamora fue el Jueves Santo, mientras la Virgen de la Esperanza asomaba por Cabañales y quisimos acompañarla bajo la incertidumbre de un cielo caprichoso. Su verde manto fue cosecha de nieve y sol tímido, de agua, esfuerzo, lágrimas y devociones.
Hoy ha nevado de nuevo, mientras la Virgen de la Esperanza sonríe incluso a quienes no esperamos nada. Y florecen las estrellas en estas noches tan largas. Valorio parece un decorado de cristal. El aire nos abofetea la cara con su beso gélido. El frío es un látigo invisible que nos castiga y nos purifica a partes iguales. El cielo vuelve a ser gris y la ciudad se disfraza de blanco.
La pequeña Teresa duerme su siesta y pronto iluminará la casa con su sonrisa. La luz de Lucía vendrá a llenar de vida el salón donde las esperamos mi madre y yo con un horroroso nacimiento de todo a cien que pondrán a su antojo mientras les hacemos un huerto con lentejitas para que las vean germinar y echar hojas en la Navidad. Así como espero estar siempre cerca para verlas crecer a ellas y dar frutos y flores.
Me asomo a la ventana y dejo que la nieve me limpie la mirada y el corazón. Y que cuaje en mi tejado la esperanza como un guiño del destino en este dieciocho de diciembre que va pasando lentamente, disuelto en copos helados que se niegan a disolverse y ser nada.
(Foto: Javier Alcina/La Pasión de Zamora. Jueves Santo en Zamora. Abril 2007)
11 comentarios:
Hoy me acordé de tí. De tu Esperanza y la de Salamanca.
Aquí también nevó y también me acorde de mi Jueves Santo,en la puerta de la cochera con los Azotes y la Caña acariciados por la nieve que acarició a la Virgen en la misma mañana.
Miré al cielo y aunque era gris, lo vi azul y verde, de Esperanza.
Un beso
Berrendita, cariño. Le he enviado un largo y tremendo comentario a Alberto sobre Esperanzas, devociones y sentimentalismos. Soy un jodido sentimental pero sobre todo quiero que pasen los días. Soy un mal, un pésimo cofrade. Y, además, de cualquier cofradía. No cumplo más que a medias con mis deberes, tengo el entrecejo tatuado de Miércoles Santo, la sotabarba de Jueves y el pecho de Viernes. Y me creo que es lo debido.
Pues seguramente no pero me gusta acariciar mis cicatrices como si la culpa fuera de los otros. De lo primero que hablamos vis-a-vis en Zamora fue del manto de tu Esperanza moteado de nieve, de los pies helados, de la mantilla por montera y de los equilibrios en Balborraz (luego los vermús, la comida, la siesta mientras la Cruz, Vera, se afanaba por romper el primer sol de la primavera). Y más tarde la merienda y el Duero apiadándose de todos nosotros (Miserere, mei). Si quieres que te diga la verdad, revivo cada unos de esos momentos sólo cuando estoy cabreado. Sonrío, como ahora, y la boca me sabe, siempre, a moscatel.
Hoy me acordé de ti. De tu cinta verde cuando eras pequeña y de mi cinta azul. Aquí, como en tu /nuestra Zamora, como en la ciudad del Caminante, como en el recuerdo de Manuel, también nevó. Fue Virgen de las Nieves y no era agosto. Era Navidad y Jueves Santo a la vez. Era nieve para blanquear sombras. Para ser siempre tres y trescientos, para seguir fabricando sueños e inventando conversaciones que verdean la esperanza en cada copo, en cada beso.
Lo primero: gracias a los tres.
Alvaro: yo también me he acordado de tí. Y de aquella mañana de Jueves en que nevó. Y me encanta que veas el cielo azul y verde y que me lo recuerdes, porque a veces se me olvida. Te quiero, sobrinillo.
Manolo, cariño: Tus palabras, siempre tan alucinantes, me dejan el rastro de la sonrisa y del moscatel en los labios. Nos quedan muchos vis a vis, muchos vermús, muchos Balborraces que subir, muchos Dueros redimiéndonos. Y muchas madrugadas y otras muchas cosas que no decimos.
Tomás: Te leo, te releo, y es como si me leyese a mí misma. Y sigo pensando que me conoces mejor de lo que pienso y que a veces tienes la capacidad de leer en mi alma. Es curioso. Será cosa de nuestras cintas, de nuestros colores compartidos. Te quiero también, en todo caso. Por trescientos; por tres.
Hola Ana, devuelvo la visita. Bueno, mi procesión sale de madrugada justo al dar las campanadas del Jueves Santo que comienza...nevar no recuerdo, pero sí un frío de esos de los que las zapatillas de esparto cuesta levantar, del alma que va diciéndote cada momento vivido...y alguna lágrima.
Ayer nevó en Salamanca, y sí, creo que los copos tienen la gran suerte de poder acariciar ese manto precioso de la Virgen, cielo gris salmantino pero creo que en el corazón está el calorcito.
Jo, Ana, se acabaron las castañas asadas. Cachis.
Un abrazo.
Esbelta de las Nieves...
Berrenda...
Ay! Te acuerdas de la proposición bajo el fuerte sol zamorano del pasado agosto? Cuando jugaba a las entrevistas en bikini... :D?
Soñaba despierta mientras el cloro de aquella piscina del Esla rociaba mi piel. Me imaginaba siendo golpeada por el duro invierno zamorano, acurrucada delante de las chimeneas y caldeando mi piso de alquiler, peleándome con el coche porque la noche pasada habia decidido cobijar al frio entre sus bujías y, claro, los dos habian amanecido cual amantes fundidos en uno....
Hoy tambien hace mucho frio en Cádiz, viento de tormenta y el cielo de un gris perla que hace que el color de Cádiz sea un poco más triste...
Si algún día nevase aquí...entonces sí que confirmaríamos un cambio climático... (de la hostia!!)
Siempre me querdaré con el recuerdo de haber compartido contigo este crudo invierno...
Mil besos.
Lola: bienvenida siempre y gracias por tus palabras. Seguiremos atentos a tus preguntas y tus flores. Ya mismo te enlazo.
Víctor: pues claro que sí. Y bien Guapa que estaba ayer!!
Skunkita: Hemos compartido inviernos de frío en Cádiz, y también inviernos que no parecían inviernos, porque en nada tenían que ver con los que yo recordaba. Ahora echo de menos ese viento fuerte que sopla en las calles que desembocan en el mar, ese cielo gris perla y el mar del mismo color, las aguas oscuras y encabronadas de diciembre y enero. Pero seguimos juntas: tú allí, yo aquí. Y seguimos apostando, a que si?
Un beso.
Aquí también ha nevado. Nos ha unido el blanco. Una pena que los operarios retiraran enseguida el manto blanco que cubría la Plaza Mayor. El frío... ¡bendito frío!
Un beso
Nieve... parece mentira y en el futuro no nos creerán cuando digamos que un Jueves Santo nevó... ¡y qué frío! ¡y que mal lo pasamos todos! Sea como sea, la Esperanza nos llamó ese día, y nos llamó ayer, y junto estuvimos allí. Eso es lo importante.
Un abrazo.
¿Ha nevado?
A mí también me nevó... pero seguro que menos.
El viaje muy largo. Tras casi 16 horas de sueño y cansancio he llegado a mi casa. ¡Por fin!
Pues cuando quieras nos tomamos un vinillo por calles toresanas... la Navidad tiene muchos días y espero que me den de sí todo lo que quiero.
Voy a dormir... no me salen las palabras
(hasta que actualice el blog, puedes ver un adelanto en www.fotolog.com/martita69 )
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