jueves, 2 de julio de 2009
Juana, cárcel y libertad
Las mujeres somos reinas. Las mujeres somos torres, fortalezas, cárcel y libertad.
Juana fue Reina ensimismada en la prisión de sus amores por caprichos del destino. Encrucijada de la avaricia de los hombres, que intentaron quebrarla como un juguete roto en el tablero político de una tierra con dos aristas, dos culturas, Castilla y Flandes, dos dinastías, dos coronas, dos hombres, dos Reyes, Fernando y Felipe, dos nombres, dos látigos de amor de quita y pon y egoísmo de hoja perenne que rubricaron con sus azotes su destino.
La figura de la Reina Juana, la cautiva de Tordesillas, continúa fascinando con el paso de los siglos. Por sus silencios, por sus pasiones, por esa locura que no sabemos si fue tal. Por esa cordura que no sabemos si fue tal. Juana de seda y acero, Juana prisionera al pie del Duero rumiando crecidas, Juana atada a la tierra. Juana soñando. Juana esperando. Juana más allá, haciendo verdad el cielo a través de los barrotes, si su cárcel primera fue su vientre y su alma, si la libertad existe más allá de la herida.
Juana somos todas. Una parte de Juana pervive en la mirada de las mujeres que aman, que ríen, que sufren, que se angustian, que se inmolan, que gritan su soledad al viento. Una parte de Juana pervive en las gargantas oprimidas, en los besos de veneno, en la mano que acaricia y azota a partes iguales a todas las juanas del mundo. Juana, muerta, permanece en el poso de las que viven. Juana, viva, permanece en el poso de las que mueren, confinadas a cárceles de temor, rabia y miedo. Cárceles de amor convertidas en castigo y culpa.
De la mano de Carlos García Adeva, descubrimos a una Juana de carne y hueso, hembra antes que reina; mujer, que no icono. Juana sin corona, con el destino tatuado en la mirada y en la piel. No es la Juana estática de las pinturas renacentistas, la más bella hija de los Reyes Católicos, heredera por capricho de Dios o del demonio. No es la Juana madre del glorioso emperador que consolidó la dinastía en el tiempo lejano en que el ombligo del mundo conocido pasaba forzosamente por las Españas.
De la mano de Carlos García Adeva descubrimos a la Juana del grito, la Juana del llanto, la Juana de la soledad, la Juana de la angustia, la Juana del miedo, la Juana de la impotencia, para que sea una llamada a la esperanza y a la libertad, para que sea un canto a la ternura que quedó muriéndose en sus entrañas. Juana libre, al fin, de sus demonios y sus desvaríos, de sus momentos de lucidez, de sus amores malditos. Juana eterna al pie del Duero, Juana de Tordesillas, Juana en Tordesillas.
A través de los siglos, Juana se multiplica en miles de juanas, en miles de reinas destronadas en lo cotidiano, miles de juguetes rotos, miles de sueños quebrados, cadenas sin eslabones; miles de soledades a la sombra de sus mazmorras. Juana se alza entonces también como bandera, como la mujer de orgullo y piedra que soportó en pie la sentencia de su destino y sobrevivió a los hombres y a los nombres, a la tierra, al trono y a la reclusión.
Nunca una corona pesó tanto sobre las sienes de una mujer.
(Como la fábrica está temporalmente detenida, subo este texto que escribí hace un mes para el catálogo de la exposición del genial Carlos Adeva con motivo del V centenario de la llegada de la reina a Tordesillas. Es también mi manera de decirle a la Reina Juana que, cinco siglos después, su figura continúa fascinando).
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9 comentarios:
Aunque así sea, corta y pega, recupera, informa a los desinformados. No sé si es carga o descarga, porque sé que la fábrica se encuentra en proceso de reconversión, de crisis quizá por exceso, que no por defecto, pero me alegro de que aun así tengas un rato para pasar por este despacho de dirección en el que últimamente las otras obligaciones te imponen parar poco. Porque una fábrica necesita su director gerente, y sin él la producción se para. Ojalá esto sea manifestación de que una nueva línea de producción hace que la fábrica retome la actividad con nuevos bríos.
Cordialmente,
Félix
Bueno es verte por aquí de nuevo... y leerte que, por cierto, da gusto, ya lo sabes. Bonito artículo.
Un abrazo y feliz verano (me voy a mis playas de Cái por una semana; les susurraré tu nombre a nuestras olas...).
Miguel
En tus manos, con tu voz y tu tinta, la gloria de esta mujer sobrevuela por encima de las nubes, más aún.
Y haces que todas se reflejen en ella, y quieran serlo.
Incluso yo, que no soy mujer :)
Besos
Como dice felix espero y deseo que el retorno sea con animos renovados. No importa si lo que escribes ahora es antiguo o no, contigo siempre se aprende.
Juana una victima, enamorada del hombre equivocado. Como tantas otras, lamentablemente.
Feliz verano
Salud
Hola Berrendita, vaya qué actividad tan bloggera has tenido, y yo sin leerlo!, desde tu Cai en Primera hasta esta entrada!... a seguir así!
Un abrazo!
Siempre me fascinó el personaje de la reina Juana, siempre a la sombra de las Isabeles, su madre y su nuera. Con el lastre de sus enfermedades que arrastraba, sus desamores, su depresión, su soledad, sus miedos,sus dolencias físicas..pudo haber sido la más grande reina de las Españas y se la recuerda mayormente por su locura de amor.
Mas pienso que quizás se haya mixtificado demasiado al personaje. En realidad pienso que ocupa un lugar de transición en la historia, de lo antiguo a lo nuevo, una nueva forma de vida que ella no entendía de una rígida corte castellana al embrujo de las cortes borgoñonas, de la vieja forma medieval de entender la vida a la apertura que supuso el Renacimiento y la llegada al Nuevo Mundo. A ella le tocó vivir en esa encrucijada.
Un abrazo muy fuerte, feliz verano y.. nos seguiremos viendo en mundi auuuu
Al al Qartubí
Precioso y poetico a la vez.. Juana vive en todas las mujeres alguna vez... que gran verdad.
Un beso Berrendita.
Pues la verdad que tiene que estar bien saber algo más de esa mujer que se volvió loca y que tanto quiso a su marido,muchas mujeres serán como Juana....
He vuelto Berren,espero que te pases:)
Usted escribe excelente. Me fascina.
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