sábado, 5 de julio de 2008

Orgullo

Ricardo tenía tres años y cuando llegaban los Reyes Magos sólo jugaba con las muñequitas de sus hermanas.

José Luis modulaba la voz en el espejo del cuarto de baño para que no le llamasen marica en el colegio. Su madre lloró cuando le dijo que no se casaría con su amiga de la infancia porque a él le gustaban los hombres.

El padre de Manuel murió ignorando que Jesús, el compañero de piso de su hijo y socio de su empresa, era en realidad su novio de siempre.
Mario lo intentó con tres o cuatro novietas. En sus ojos siempre se leía la tristeza. Rompió sus ataduras. Ahora vive con Juan en la costa cantábrica y lleva tatuado el amor en la piel.

María cogía el autobús para ver a Noelia unas horas. Se besaban en el baño de la estación para no volver a rozarse en todo el día y repetir, en el mismo baño, la tristeza de la despedida con otro leve beso y unas lágrimas en el bolsillo para el viaje de vuelta. Aquello no terminó bien. Ahora a María se le pone el corazón a mil cuando va a su dentista. Dice que escucha latir su corazón cuando se acerca a ponerle un empaste.

José Miguel se enfrentó a la muerte con la valentía de un gigante, mirándola de frente desde la increíble belleza de sus ojos azules. Su novio le había transmitido la enfermedad maldita. Nunca conocí una despedida más dulce, más serena y más digna. Le admiro aún por ello, le extraño terriblemente y doy gracias todos los días por el poso de amor que me dejó en su corta e impagable vida.

Todos ellos son amigos míos. Mi orgullo. Mi patrimonio. Todos forman parte de los sueños más bonitos que me fabrica el día a día desde la infancia. A algunos los he bautizado con nombre falso porque quieren mantener la intimidad de su vida, el derecho a ser anónimos y a amar sin dar explicaciones. Aquí, en la fábrica, no hay plus de homos ni de heteros.

En sus tejados ondea el arco iris, el sol, la alegría. Por ellos, por los que no nombro, por los que se me olvidan, por los que no conozco, el orgullo es una fiesta. Ellos y nosotros. Los que entienden. Los que les entendemos. Los que viven en la acera de enfrente. Los que les abrimos las puertas sin reservas.

Tenemos muchos orgullos que celebrar juntos. El orgullo de estar vivos. El orgullo de amar en libertad. El orgullo de respetar. El orgullo de derribar murallas. El orgullo que me producen todos y cada uno de ellos, hombres y mujeres surcando la vida sin complejos en la mochila, hombres y mujeres que viajan allá donde su corazón les dicte.

Orgullo sin apellidos. Orgullo sin etiquetas. Orgullo, sin más.

11 comentarios:

M@r@ dijo...

Preciosa entrada Ana,y esque nosotros sabemos lo que hay,que no deberian de tener miedo a nada,que deberian de ser felices tal y como ellos quieren ser,y que ojala para ellos TODOS los dias fueran Orgullo.

Un guiño a todos ellos.Os quiero.

Bss Anita

selom dijo...

Todos absolutamente todos son libres de vivir a su modo, lo importante es que sean felices, y vivan el dia a dia tal y como dios los vio nacer.

Los humanos tendriamos q respetarnos mas q menudo.

Saludos

Kinush dijo...

¡Qué bonita entrada Berrendita mía!
un orgullo es leer tus palabras y más aun seria el poderlas escuchar de tu voz.
Suerte con el pregón y ya nos contarás que tal.

un beso con orgullo

manuel allue dijo...

Bravo, muy bravo texto, Berrendita. Así da gusto.

Besos, mil.

Duke dijo...

Me encanta Anita,tú tan fantástica como siempre.Yo lo viví,lo sentí y me divertí.El año que viene más,mejor y si hay suerte con tu compañía.

Viva el orgullo,qué coño!!!


Un abrazo!

Unknown dijo...

Un texto con mucha fuerza y escrito con mucho sentimiento y valentía. Por cierto... me encanta la foto que has escogido para esta entrada... chulísima.

Ana Pedrero dijo...

Mara: gracias por los elogios y por ese orgullo de amiga que compartes conmigo. Un beso.

Fanny: Pues sí, los humanos tendríamos que respetarnos más a menudo, pero no sólo en temas de índole sexual, sino en absolutamente todo lo que concierne a la intimidad de los demás. Otro beso.

Kinush: El pregón salió ok, ya te contaré. Otro beso con orgullo.

Manuel: bravo, muy bravo, tú, siempre, aunque últimamente te prodigues por aquí tan poquito. Os sigo queriendo igual, aún así. Besos.

Dukesita: y al que no le guste, que se atragante con tus rosquillas. Un beso. Orgulloso, agradecido y emocionado. Sigue creciendo siempre.

Ricardo: sentimiento siempre... ¡¡son mis amigos!!. ¿Valentía? la de ellos, que son los que sufren en sus carnes la etiqueta de "raritos". Yo sólo digo lo que pienso, y lo digo con orgullo de amiga. En cuanto a la foto, tienes razón, es una pasada. La mangué en el google poniendo "arco iris". A mí también me fascinó. Otro besazo.

p.d. para Ricardo: te sigo visitando, me encanta ir al cine contigo, pero casi nunca sé qué ponerte. Prepara las palomitas, que ahí estoy siempre. ;)

Ana dijo...

Berrendita, todos tenemos amigos que aman de otra manera, pero que tienen el mismo derecho que todos los demas a ser respetados, libres y felices, pues en el amor todos somos iguales.
Un beso!

Jenn Díaz dijo...

Leí esta entrada hace unos días y me pareció realmente preciosa. Lo que pasa es que no he tenido tiempo de venir a decírtelo. Me encantó descubrir sus vidas y tu forma de contarlas.

No sólo orgullo, también admiración.

Guarismo dijo...

Admiro tus palabras, Berrendita, y el valor que hay detrás de los que citas. Quizás hoy no tanto, aunque todavía... Pero, antes...

Ana Pedrero dijo...

Ana: Pues claro que en el amor todos somos iguales. Sólo nos diferencia la suerte. Besos. ;)

Fusa: gracias por venir. Es un lujo tenerte aquí y un placer leerte. Te enlazo en la fábrica. Un beso.

Guarismo: gracias siempre por esa lealtad a las palabras y a las ideas. Su ejemplo, su valentía, nos hacen también a los demás más valientes. Otro beso.