Son las 5.37 de la madrugada. Llego ahora a casa después de consumir la noche y las primeras horas de este nuevo día en compañía de los míos. Hiela sobre Zamora y los coches van acumulando sobre sus chapas el blanco rastro del frío que nos corta la cara como cuchillos.
Una luna llena, insultantemente blanca, eternamente redonda, acompañaba mis pasos de vuelta a casa mientras la ciudad dormía con las persianas bajadas. Y regreso pensando en las lunas llenas de la primavera, en las lunas de la Pasión, en las lunas que ya siempre soñaré dibujando caminos de plata sobre el mar.
Es tan bonita, que necesitaba contároslo.
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3 comentarios:
Casi llena, Berrendita, casi llena. Que nunca hay suficiente para completarla.
Un saludo,
Luis Santos
¿Recuerdas la luna llena de mi (tu) Cái?
Yo la veo salir entre los pinos, como si brotara de la nada, de pronto... luego oculta con su luz las estrellas en las noches claras de Poniente y proyecta mi sombra sobre la arena rubia de la playa...
Y UNO APRENDE
Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma...
y uno aprende
que el amor no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos...
y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
Y con cada día uno aprende.
(Jorge Luis Borges)
P.d.: Que la luna llena nos lave la cara!
1 beso
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