martes, 11 de septiembre de 2007

Tierra de gigantes

Zamora se pobló en septiembre de gigantes que alzaban sus sonrisas de cartón piedra y barro por encima de nuestras cabezas. Los niños se admiraban y bailaban a su son entre atemorizados y sorprendidos. Las calles se perfumaron con el charro añejo de El Ramón, el Turco, el Abuelo y la Negra. Los cuatro puntos cardinales de nuestra infancia. Los cuatro puntales que sostenían nuestros miedos en las alturas cuando precedían a la Custodia en el día soleado del Corpus.

Gigantes que izaban el sol como una bandera sobre la mañana de un domingo cualquiera, recordando que esta Zamora pequeñita es siempre tierra de gigantes. Gigantes que sobrevivimos entre gigantes de pies de barro que se nos vienen encima a su antojo. Gigantes que intentamos mantenernos erguidos entre gigantes sin alma cuyas urdimbres manejan los hombres a su antojo mientras empuñan el cetro de la cerrazón.
Y contemplando su danza anoté que el día a día en esta ciudad de piedra y silencios es tarea de gigantes.


4 comentarios:

Javier García Martín dijo...

Mejor los de verdad que los de goma, ¿verdad?. Un saludo gigante

LUIS SANTOS DE DIOS dijo...

Los nuestros, los salmantinos, hace ya mucho tiempo que decidieron esconderse en algún recóndito lugar y dedicarse a almacenar polvo y soledad; seguramente porque aquí, entre nosotros, es mejor no destacar y pasar desapercibido entre la masa.
¡Cosas de Gigantes!
Un saludo,
Luis Santos.

Víctor L. Gómez dijo...

Los Gigantones Madre...

Ellos son de las pocas cosas "grandes" que nuestra Zamora.

Ojala su espiritu se impregne en niños y mayores.

PD: Yo he cargado clandestinamente el Ramon.

Skunky dijo...

Berrenda...

"Cutto" :D Enamorada me tiene...

Mil Besos, preciosa