martes, 10 de julio de 2007

Piedras mojadas

Hoy he bajado al patio de casa a regar las piedras. Simplemente a eso: a mojar los cantos del empedrado y el granito de las escaleras, y empaparme del olor a piedra mojada. En Cádiz, cerca del mar, nunca huele así: al musgo que siempre tapiza el ala norte de nuestro caserón y que en verano se pone negruzco; al calor evaporándose de la piedra abrasada de siglos; al verano puro y duro de esta tierra adentro con el sol de plano; a la luz dura del mediodía que se posa en el patio para que huela a verano de verdad; al verde de la hiedra, cuya sombra tantas complicidades ha cobijado en las noches de calor, guitarras y queimadas.

He bajado a regar las piedras del patio por el simple placer de hacerlo; porque esas piedras mojadas son el olor de la niñez compartida, de los veranos con mis hermanos haciendo el tonto con la manguera, limpiando de verdín el baldosín blanco de la fuente, mientras mi madre hacía punto en su silla de flores sin perdernos nunca de vista. Aquella silla de playa estampada que pensé había muerto hace muchos años y que sorpresivamente ha aparecido en el trastero que un día fue el tenebroso "cuarto de las muñecas", esas horribles imágenes vestideras que mi padre guarda ahora en otro lugar y que me siguen inquietando con su mirada puesta en ninguna parte.

He bajado a regar las piedras del patio y por un instante vi a mi abuela, la madre de mi madre, de quien apenas guardo recuerdos, haciendo cordones de lana de dieciséis hebras, que eran auténticas joyas para domar mi pelo. No conservo ninguno. Y la escuché como si estuviese allí mismo dándole vida a una masa de harina contra una fuente de cristal, poniendo a punto los buñuelos sin otra batidora que la palma de su mano. Como si estuviese al resol de la tarde, como los ancianos que consumen sus veranos en el pollete de sus puertas esperando que pase un coche o la misma vida ante ellos. Quizá es que siempre ha estado ahí y nunca supe verla.
He bajado a regar las piedras del patio y he escuchado las risas de otros niños. Los ladridos de todos los perros que guardaron nuestros muros; los ronroneos de mis gatos y el revoloteo de hojas cuando escalaban la enredadera. Los juegos que resonaban entre las paredes. Algún beso robado e incluso algún beso que nunca dí.

Ha sido extraño, porque regando el patio he sentido la certeza de que todo ese tiempo que se hizo presente al olor de las piedras mojadas ya no me pertenece. Que ese perfume a calor y secarral, a sol rabioso y agua, lejos de devolverme los veranos de la niñez, los ha dejado un poquito más lejos, un poco más desdibujados. Aunque esta tarde oliese a piedra mojada igual que aquellas otras tardes.
Porque ya no existen más que en mi memoria; porque hace tiempo dejé de ser una niña, por mucho que me empeñe en cerrar los ojos, aspirar con el alma las piedras mojadas que brillaban como monedas recién acuñadas y soñar todos mis veranos como si hubiesen quedado detenidos al pie del pozo esperando que regase el patio como si fuese una lluvia de nostalgia.

5 comentarios:

Skunky dijo...

Berenda....

A veces, todos pretendemos oler las piedras mojadas, el humo delas chimeneas impregnando el aire, recordar el viento que precede a una tormenta de invierno golpeando tu rostro, el tacto de la lana de aquellos chalequillos que nos hacían nuestras madres,...

Y deseamos regresar al pasado. A los buenos recuerdos, a la vida sin complicaciones... y entonces nos damos cuenta que somos mayores, que hemos envejecido y madurado y que las piedras mojadas ya no huelen igual...

Pero...sientete dichosa. Una vida llena de buenos recuerdos es una joya de valor incalculable.

Deseo que tu vida esté llena de piedras mojadas....

Un besazo

una maria dijo...

Ahi he estado yo, ahi he disfrutado de tu compañia, y de la que tu familia siempre me ha brindado como si se tratara de la mia. Esa hiedra ha escondido algun secretillo mio de confidencias y de queimadas.
La vida ha ido pasando y por suerte siempre nos ha mantenido juntas, unidas, dandonos vacaciones y uniendo nuestros recuerdos. Tu estas en mi pasado, formas parte de mi presente y seguro que de mi futuro.
En esos dias que no son grandes dias, en esas lagrimas compartidas con mi hijo, que cada uno lloraba por lo que mas le dolia....Me gustaria poder decirte a ti tambien que luego te compro un patinete y que todo volviera a ser como cuando subiamos de tu Cadiz...
Esa "anesmia" que estás teniendo no es mas que una paso para la felicidad plena, y para un analisis perfecto, para un traje rosa, para seguir juntas.
Gracias Ana por compartir mi vida, por aguantar mis "murrias" o por sentir incluso mas que yo, cuando se intercambian anillos....
Gracias por ser tu, por estar a mi lado siempre. Ya sabes que yo estoy siempre al tuyo, para que dentro de 20 años cuando escribas de tus piedras mojadas, y de tus Pelambres, no haya mas remedio que nombrarme como parte de todos esos recuerdos...
Un beso mi niña y para adelante, que esta falta de HIERRO no nos puede hacer caer...

Ana Pedrero dijo...

Skunkita: suelo sentirme dichosa y lo sabes. Y sí, mi vida está llena de piedras: unas mojadas; otras, que pesan tanto que no puedo con ellas. Pero ahí estamos. Otro besazo.

Marta: cómprame ese patinete para escaparme a ninguna parte. Seguro que me hace más falta que al pequeñajo, aunque te aseguro que sus lágrimas me dolieron más que las mías, y sus brazitos me dolieron más que mis brazos. Pero todo está en orden, pequeña. Sabes que sí. Además, creo que el rosa chicle no te favorece demasiado...(jajaja, es broma; estás guapa con cualquier cosita, jodida).
p.d.ah! y no es falta de hierro, sino de FE. Que es lo mismo, pero no es igual. En cualquier caso, tú lo has dicho: no nos puede hacer caer. Mil besos.

Donce dijo...

Ozuú qué bonito escribís!!
Berren, tú como siempre te sales. Una María, no puedes llegar a saber cuánto cariño desprendes hacia Berrendita. Lo vuestro es amistad y lo demás son tonterías. Y Skunnnkyyy!! juer maja, me tienes sorprendiíta, "eg que" de escribir donde escribíamos y verte ahí diciendo esas cosas tan requetebonitas....
Así es que yo mejor me callo.
Bueno no, sólo te diré una cosa Berren:
Claro que te debes sentir dichosa, otros sólo podemos regar con lágrimas un triste suelo de parquet. A ti por lo menos...
QUE TE QUITEN LO BAILAO!!
Un besazo.

Ana Pedrero dijo...

A ver, Doncellita: aquí cada una tenéis vuestro sitio. Y todas sois mi tesoro. La skunkita, por esas tardes al pie del mar y las que nos restan. La María porque está en mi pasado, es mi presente y estará en mi futuro. Dios lo quiera; no sé qué haría sin ella. Y tú por esas tardes y esas noches frente a la pantalla que son para regar un parquet de lágrimas de risa y lavarlo entero para que no lo riegues a solas.
¡Claro que soy dichosa!