jueves, 19 de julio de 2007

De puntillas

Me encanta que vengáis de noche a la fábrica. Que entréis de puntillas y sin hacer ruido. Que leáis y os marchéis como vinísteis, también de puntillas, para no despertarme. Que me acompañéis cuando no lo sé; que me arropéis desde la distancia con la cercanía que os otorga esta cooperativa de sueños que sin vosotros no existiría. Que la fábrica siga con su luz encendida mientras nuestras ciudades duermen y las cigüeñas toman por asalto la piedra y el silencio. Que poséis los ojos en la producción de cada día, en los sueños de todos, déis el visto bueno y os marchéis con los vuestros cumplidos debajo del brazo.

Me encanta saberme recorrida por vuestras sonrisas y vuestros silencios. Me encanta que compartamos este edificio imaginario por cuya chimenea escapan los deseos que brillan en la noche como estrellas en llamas. Saber que pasáis como una ráfaga de amor por esta casa y que de vez en cuando estampáis vuestra firma en la negra tierra de estas letras como si fuese la huella de vuestro pie; como un recordatorio de lo que somos: fabricantes de sueños.

Me encanta que pase el tiempo y que sigamos creyendo en nuestra fábrica. Que sigamos forjando sueños juntos. Que nos hagamos fuertes en la amistad; aunque unos estéis lejos; aunque a otros no nos hayan presentado. Que construyamos Salamora cada día sin accesos restringidos ni códigos secretos. Que cuando me siento pequeña me recordéis que también hubo días en que paseé por la cima de la alegría. Que cuando me siento sola, me habléis de los días en que siento la felicidad quemándome la piel sólo por posar los ojos en todo lo que amo. Y entonces me hacéis sentir inmensamente grande; inmensamente rica. Y pienso que nuestro mayor acierto ha sido echar a andar el engranaje perfecto de esta fábrica que ya funciona sola. Porque entráis y salís, dejáis el poso o simplemente el silencio. Pero estáis, sóis. Somos. Y ese ir y venir continuo es el que nos acerca, el que nos ata y nos hace libres. El que me arropa cada noche cuando sé que paseáis como duendes por mis sábanas.

Quizá por eso, porque os quiero así, sin puertas ni alambradas, me encanta que vengáis de noche a la fábrica. Aunque sea de puntillas.

11 comentarios:

LUIS SANTOS DE DIOS dijo...

A veces de puntillas y a veces descalzos; generalmente con el corazón desnudo aunque en ocasiones vaya en un puño, de lo que debes estar segura, y los comentarios que recibes lo corroboran, es que todos los que entran en tu fábrica, algunos como obreros de la misma aportando su gotita de aceite para los engranajes y otros sin pasar de ocasionales visitantes a los que el pudor o el respeto les impiden dejar la más mínima huella, lo hacen con cariño y respeto, expectantes por volver a gustar la fragancia de esa rosa roja que cada día te regala Doctrinos o ver si hay una nueva rosquilla, de esas pequeñas y mágicas que tú ofreces, para devorarla con fruición infantil junto a la puerta de esta fábrica.
Un saludo,
Luis Santos

Donce dijo...

A mí también me gusta entrar de puntillas y saber que estás ahí, porque siempre estás al quite, porque nos echas un capote cuando ves que estamos para el arrastre, porque toreas la vida al natural..., porque eres brava.
Amiga a veces hay que bregar con la vida porque esconde los cuernos de un miura, pero eso nos hace crecer en el castigo, apretarnos los machos, coger al toro por los cuernos y ¡¡alee, tirarnos al ruedo!! (aunque eso signifique meternos en un embolao, cambiar de tercio o pinchar el hueso)
Aquí nos tienes, si te hace falta, para hacer un alimón o sortear los peligros, porque estoy segura que saldrás por la puerta grande.
Qué yo sé que tienes más valor que el Guerra, leches!!
Espero que nunca te cortes la coleta porque os tenemos demasiada querencia hacia ti y hacia esta fábrica.
Gracias por darnos cada día la alternativa y poder hacer de esto un mano a mano.
Un beso.

caminante dijo...

De puntillas, con una sonrisa en los labios, con los ojos bien abiertos aunque sea de madrugada, con el corazón bombeando felicidad, con la cabeza robando sueños de esta fábrica que tanto me gusta pisar, de puntillas…
Me gusta pasarme por aquí porque me abres una ventana a Salamora y por esta ventana entra la brisa de tu Cái, las miradas de tus amigos o en algún caso trozos de sueños que se rompieron al caer…
Pero por esta ventana además veo a la tita, que lee mis chorraditas y sus lágrimas de reír con cosas que quedan entre 3 (pronto es vuestro día. No se me olvida!)
Por aquí añoro una tarde en una terraza, un paseo por Compañía y tu compañía y el calor de tu mano.
Sí es verdad. Yo también entro de puntillas y sin dejarte un mensajito, que no cuesta nada, pero no te sientas sola porque a través de un cable estamos conectados.
Un beso!

una maria dijo...

Despues de todo lo escrito y leido no se que ni como escribir lo que me pide el cuerpo. Yo entro de puntillas pero con paso firme y seguro, te quiero dejar mi huella honda, profunda, segura e imborrable como tu dejaste hace muchos años la tuya en mi.
Con mirarnos a los ojos sabemos lo que sentimos, lo que nos preocupa, lo que nos hace felices.
Con tu fabrica rellenas los sueños de todos, de optimismo, de esperanza, de realidad....
Todos deseamos ser parte de los cimientos de tu fabrica, de nuestra fabrica, pero lo dificil es crear, nosotros solo sujetamos tu creacion.
Como siempre gracias Anita por todo lo que nos damos a cambio de nada.
Espero estar a la altura....
Voy a continuar llenando de sueños mis flores y mi paraiso, ya sabes si quieres aqui siempre tienes tu silla...
Un besito guapa.

Ana Pedrero dijo...

¡Madre mía!. Mi María particular dice que lo difícil es crear, pero a mí cada vez me cuesta más responder a las cosas tan preciosas que dejáis aquí estampadas.
Luis: también desde el cariño y el respeto, te aseguro que la rosa de Doctrinos perfumará cada día de esta fábrica. Es lo bueno de tener una fábrica de flores lindando con la de sueños. Y que nunca faltarán rosquillas para quienes queráis merendar sueños conmigo. Sabes que estás invitado siempre.

Donce: te sales. Siempre fui brava, pero últimamente me he aquerenciado en tablas y cuesta sacarme a los medios. No obstante, sé que si un día muero, lo haré de pie, con la boca apretada y plantando cara. Lo llevamos en la casta.

Alvarito: me emocionas, no sabes cómo. Yo también echo de menos tu compañía por Compañía y tu mano. La terraza preciosa donde corría el aire a placer. El olor a barniz de la cochera. Nuestras risas. Los tres. El vínculo que hemos establecido más allá de la sangre. Y queda pendiente celebrar nuestro día por todo lo alto. Te lo debemos, sobri.

Una maría (de las flores, añado): es imposible que pases por mi vida de puntillas si la llenas continuamente, incluso cuando te hago esperar y te dan ganas de estrangularme. Guárdame la silla, que voy del tirón a matar este viernes con el placer se sentirte a mi lado.

Un beso, mil besos. Y mil rosas. Y mil rosquillas. :)

Skunky dijo...

Berrenda...

Ojú! Mira que yo lo intento por más que quiero, pasear silenciosamente por tu fábrica... pero llevo tacones!!! :D

Siempre que el ruido sea producido por las carcajadas no importa, verdad? La felicidad no perturba a nadie y yo, como humilde obrera de esta fábrica, aporto todas las risas y las sonrisas que hagan falta (y sin fin lucrativo).

Y Olé!

Un Besazo!!

Franklin dijo...

Andar de puntilas, es lo mismo que hablar en voz baja, es tan dificil hablar, caminar cuando el aire es una bola de hielo en la garganta, cuando atacan los traicioneros nervios...es complicado balbucear las frases esenciales sin demasiados tropiezos, dar con el tono apropiado...es dificil luchar contra la angustia y otros achaques del corazón.

Galongar dijo...

Pues yo de puntillas nada. Ya que como tengo fama de dar muchas voces y hablar en tono muy alto. pues igual, quiero que se note que he llegado. Más cuando llegó a un sitio donde me siento como en mi casa y allí están mis hermanos. A por cierto de "rosquillas" nada eso no se lleva, el hacer la "rosca" está pasado de moda, "mejor morir de pie que vivir de rodillas". Y una vez más, y no se cuantas van: LA FAMILIA Y LAS ENFERMEDADES LAS DA DIOS, LOS AMIGOS, GRACIAS A DIOS LOS ELIJO YO", y yo gracias a Dios se bien con quién me siento en una misma mesa, o ha charlar o hablar que puede hacerse con cualquiera sino a comer.

Ya sabes Ana, cuando yo entró en la fábrica como en tú casa todo el mundo sabe que he llegado y espero que sea así por mucho tiempo.

Ana Pedrero dijo...

Skunkita: si paseases de puntillas sin tus recién estrenadas plataformas, no me valdría. Me encanta tu taconeo y saber que estás ahí. Besazos.

Flankin: ante todo, bienvenido. No sé por qué conductos has aterrizado aquí, al otro lado del océano. Tienes razón: a veces las cosas son complicadas. Pero esto es una fábrica de sueños. Intentaremos fabricar alguno donde no quepa la angustia ni las palabras que se traban. Seguro que existen. Por cierto: emotivo blog el tuyo. Te acompaño en tu travesía por el amor y te deseo buena suerte.

Galongar: Puedes venir como un elefante en una cacharrería o haciendo el pino puente si quieres; ésta es tu casa, coño. No me asusta tu estruendo; disfruto incluso si vienes haciendo ruido si es con la sonrisa por delante. Pero deja que cada cual se exprese como quiera y no te me pongas como el mal vino. Sabes que cuando te pones peleón te quiero menos; que la fábrica es un espacio donde cabemos todos: los que compartimos mesa y los que no nos conocemos. Y me gusta que sea así y que así siga siendo. Las rosquillas están ahí para quien quiera merendarlas a mi lado. Un beso con tirón de orejas.

Iacobus dijo...

Soy de los que entro de puntillas, me cuesta decir lo que siento al leer tus palabras,se me hace dificil contestar a tanta sensación.
No recules en tablas, demuestra la Casta que llevas, y si has de morir hazlo en el centro del ruedo, donde solo los bravos tienen su sitio, y ese es tu sitio, el platillo del agua, justo en el mismo centro del coso de la vida.
Un Saludo.

Ana Pedrero dijo...

Amigo Iacobus: gracias por tus palabras, gracias por entrar de puntillas y gracias igualmente por dejar tus huellas. No sé si el centro de la plaza será mi sitio en la vida, pero te aseguro que procuraré no huir a chiqueros nunca. Por lo demás, pasa hasta la cocina. Me encanta que cada vez seamos más. Y bien avenidos. Un abrazo.