domingo, 15 de julio de 2007

Golondrina siempre de vuelo

Hoy he ido a la pequeña iglesia de San Isidoro a encenderle unas velitas a la Virgen del Carmen. Mi abuela se llamaba Carmen. Y se llamaba así porque mañana era su cumpleaños. Nació un 16 de julio del año 1903 y tuvimos la inmensa suerte de compartirla y disfrutarla con nosotros casi 98 años.

Cada vez que enciendo una vela y la convoco a mi lado, pienso que esa llama es la que mantiene viva su sonrisa, su tremenda energía, el don del amor infinito que sembró en mi alma. Que cada vela que enciendo sostiene la presencia de todos los que quiero: de los que estamos, de los que permanecemos y de los que nos faltan. Aunque no rece. Aunque sólo diga en voz baja: va por todos los que quiero. Los de éste y los del otro lado. Quizá por eso nunca dejo de encender una vela en vísperas del Carmen en honor de mi abuela, que fue una matriarca de inmensos contrastes: dos ovarios bien puestos y toda la ternura del mundo.

Cinco hijos, doce nietos y ocho biznietos dan fe de que su paso por el mundo fue un regalo lleno de flores y frutos. Algún día os contaré su vida tan bien apurada, cómo se creció en las adversidades como los bravos, cómo se dejó la piel más de medio siglo frente a los fogones de su restaurante sosteniendo ella sola los duros años de la posguerra. Por eso cada día del Carmen continúa siendo una acción de gracias permanente, una fiesta entre los de mi casa, que brindamos mirando a los cielos que siempre surca una golondrina, aunque de vez en cuando se nos escape alguna lágrima porque nos duele la ausencia de su sillón vacío cada vez que nos reunimos. Pero puede más su presencia esparcida entre todos nosotros. Y puedo tocar su alma.

Hoy la traigo a nuestra fábrica porque sé que a los pies de la Virgen del Carmen sigue encendida su velita; nuestras velitas. Es la víspera de su cumpleaños. Y sé también que la Virgencita de mi barrio la contempla, la sonríe y le ha llevado todos los besos que necesito darle para que sepa que, como esa llama, mi corazón sigue encendido cada vez que la pienso. Y que nunca podré agradecerle a los dioses ni a la vida el regalo precioso de su existencia, su regazo inmenso y generoso.

Sé también que en esta noche sin estrellas su estrella ilumina mi cara. Porque he sentido la ternura de su beso. Y necesitaba compartirlo y guardarlo en mis sueños.

Vuela alto, abuela querida. Golondrina nuestra.

11 comentarios:

caminante dijo...

me gusta leer estas cosas porque siempre tocan el corazón... las abuelas son necesarias, la mia por lo menos(sobre todo cuando te defienden de las "broncas" de tu madre jajaj)
gracias tita por recordarme de esta forma tan bonita, seres tan importantes

Alfredo dijo...

Por que sera que una de las personas que mas necesitamos es una abuela, una ¨lala¨ una ¨ yaya¨
Esa yaya que siempre estaba en el momento justo, en el preciso.
Como se hechan de menos esos besos esos abrazos, los de mi ¨yaya¨
Nunca habia un reprche ni una regañina, mas bien todo lo contrario, siempre sacaba la cara por sus nietos
Ana hacle un favor a tu abuela, a tu ÿaya¨ no estes triste y rie, que no hay mayor tristeza, que la de no verte sonreir

Un abrazo muy fuerte Ana

Lucano dijo...

Feliz Día del Carmen. Propongo declararlo una de nuestras fiestas patronales en La Fábrica de Sueños. Es que Carmen... es nombre de madre.

Ana Pedrero dijo...

Propuesta aceptada, Tomás. Esta fábrica necesita fiestas y se admiten todas las sugerencias: todas aquellas que se propongan serán aprobadas, simplemente porque en una fábrica de sueños el mejor sueño es que siempre haya algo que celebrar.

Un beso. Ayer me acordé de tí mientras escribía la entrada; sé que tu Carmen es también muy especial.
p.d. Pásate si puedes por el blog de La Pasión. Se titula "Carmen: caricia, carne, carmín". Seguro que te gusta. ;)

Ana Pedrero dijo...

Ah!! Se me olvidaba: dos cositas más:
Bienvenido, Alvarito. Mi casa es tu casa. Nuestra fábrica es tu sitio natural. Eres mi sobri favorito y tenemos una cita a tres pendiente donde tú ya sabes. Pónte el "jarsey" rojo. :)

Costalero: gracias por tus palabras. Quiero verte ya mismo escribiendo madrugadas en tu blog. Sonriendo, eh?. Ya sabes, los viejos rockeros nunca nos morimos... pues aplícate el cuento. ;)

Donce dijo...

Leo tus palabras y las rezo en silencio. Yo también encenderé una vela por mi abuela Carmen, para ella a la que no conocí, y para los demás abuelos que tampoco llegué a conocer porque el que más me duró, sólo le tuve junto a mí algunos momentos de mis ocho primeros años.
Pero sus imágenes están en mi memoria, detenidos en el tiempo con el flash de una cámara, o en el movimiento de mi imaginación cuando recuerdo las historias contadas sobre ellos o vividas junto a mí.
Ahora, yo también enciendo una vela por todas las personas que fueron parte importante de nuestro pasado.

Alberto dijo...

¡Muy bonito! Pero tengo ventaja, porque tengo el recuerdo fresco de tus ojos brillantes hablando del día del Carmen, de tu abuela, de tus recuerdos, de tu futuro. Eres de esas personas que transmiten en cada cosa que hacen su misma alma, su misma fuerza, su ilusión, su TODO.

¡Que el cielo no traicione esta tarde!

una maria dijo...

Una vez mas me siento tan afortunada, yo tambien he podido disfrutar algun rato de la Señora Carmen...
Seguramente desde el lugar privilegiado que los angeles ocupan en el cielo, hoy estara con todos vosotros "los Yeboles" para disfrutar como si de otro cualquier dia del Carmen de otro año cualquiera se sentara en la mesa.
Ayer te dio fuerzas, cuando tu pedias por ella, ella te guardaba un tesoro en la noche, esa fuerza que tu le pedias, esas palabras llenas de fuerza y de fondo.
Ves mi querida amiga como Dios aprieta pero no ahoga (ya sabes soy como el refranero popular andante)
Hoy va siendo un gran dia del Carmen, comenzo de madrugada y al final la FE triunfa en pleno y amplio sentido de la palabra.
Que tengais buena cena....
Un beso.

Ana Pedrero dijo...

Pues sí, doncellita. Somos como velitas ardiendo. Pero no te quedes en el pasado; enciéndelas también por el presente y por el futuro. Probablemente enciendas así más de una sonrisa.

Alberto: tú siempre tienes ventaja. Dices que transmito, pero tengo la suerte de hacerlo con quien sabe recibir, con quien sabe escuchar y con quien sabe descifrar el código del alma. Ese es tu tesoro. Tú eres uno de nuestros tesoros.

Marta-María: Claro que tuviste la suerte de compartir ratos con mi abuela. Tú mejor que nadie sabes que Zamora se quedó sin flores para despedirla. Que se fue arropada de un inmenso cariño y que vivió mimada por todos los que ayer celebrábamos su presencia. Y sabes también que cuando busco su estrella, siempre encuentro otra estrella que compartimos, que es nuestra, de las dos, y que siempre me pinta la sonrisa más bonita que le dedico a los cielos.

Todo lo demás, son pequeñas batallas del día a día. Tú las conoces muy bien. Y como todo tiene su tiempo, todo se verá. Un abrazo de los que duelen, maría de las flores.

manuel allue dijo...

Tengo ganas de escribir, Anita, y se me ha ocurrido meterme a currar en la Fábrica porque, además, es mi deber. Cada día, o casi, me paseo por Zamora sin moverme de mi silla isabelina (coja y rara) ante la pantalla que me enpeño en que me conteste. Y lo hace. Aquí está anocheciendo y como soy un jodido sentimental me he puesto "Mater mea" en mi ITunes, que dicen que se lo tocaron a la Virgen del Carmen, pero más que nada por recordar. Ya falta menos, Anita, y ya me relamo de gusto.

Se debe de estar bien junto al Duero, con mis Vírgenes tan cerca y los Cristos esperando a que los vayamos a ver. A hacerles compañía. Hazme un favor. Diles que pienso en ellos, que les rezo cada día, que me hagan caso. Sé que tienes influencia. Nada más.

Un beso.

Ana Pedrero dijo...

Amigo Manolo: no sé si tengo influencia, pero de lo que sí estoy segura es de que Ellas y Ellos saben lo que les cuento y lo que no les cuento. Y saben tambíén que cuando les rezo sin rezarles lo hago por todos vosotros: por los que estáis cerca, por los que estáis lejos. Por los que no están. Por lo que aún no han llegado. Quizá ese sea el milagro: que se lo contamos como si tal, que los descendemos de la Cruz, los sentamos en un banco a nuestro lado y les hablamos.
Un besazo.
p.d. Yo también me relamo. :)