miércoles, 13 de junio de 2007

Cádiz, mi Cái

Estaba tardando en traer a esta fábrica un rincón de plata que soñaron los dioses más antiguos. Es Cádiz, que se dice Cái, que se pronuncia como un suspiro, como un deseo, como una caricia. Mi Cái, donde también residen mis sueños al pie del mar. Cái de compañías y soledades, donde nunca encontraron suelo firme mis pies descalzos, que sin embargo te besaban sin darse cuenta. Donde nunca quise romper mi cordón umbilical, aunque a cambio fui cobijando en las entrañas sonrisas que me curaron con las invisibles hebras de las amistades.

Esa Gades fenicia que me guarda las noches en el lenguaje indescifrable del vaivén de las olas. Cái romana de pecios y ánforas, de duros antiguos y puertas de tierra que son tierra sin puertas.

Cái de piedra ostionera y barquitos de pesca que pululan en las aguas como estrellas cuando cae la noche. Cái de hombres del mar que tararean el tres por cuatro por las tascas de la Viña haciendo de cada mesa un pequeño escenario del Falla. Cái de Virgen de la Palma, que salió a sus calles a detener las aguas y mandarlas volver a los océanos. Cái de coplas y versos, Cái de palmas y compás. Cái marinera de ficus gigantes y buganvillas siempre en flor. Cái de Alameda con los árboles besando al mar, con las aguas cosidas a su cintura.

Cái, mi Cái de sal y de arena, de madrugadas tres veces milenarias contemplándose sobre las aguas en calma. Cái de tempestades y maremotos, Cái de milagros y callejuelas, de viento de levante y de poniente, de ropa en las azoteas como blancas banderas dejándose querer por el sol.

Cádiz, que se dice Cái, es un paraíso de plata donde ya para siempre habitan mis sueños, que van y vienen, que reposan. Porque no puedo dejar de quererte, Tacita, y te lo digo sonriendo desde la distancia, si hay amores que nunca matan, si hay amores que nunca hieren. Cái es La Habana con su malecón por el campo del Sur. Cái, donde los niños bajan descalzos a la playa. Cái de marías jugando a la lotería en la arena hasta que se esconde el sol. Cái de adobo y pescaíto frito, de cañas en el puente y cañaíllas, de mariscadores en pos de boquitas buscando quizá el beso del mar. Donde las miserias se convierten en tanguillo y los pobres son ricos en alegría. Donde las palmas por bulería son el pan nuestro de cada mantel. Donde la luz se hace milagro cuando se posa sobre la Bahía mientras regresa al muelle el vaporcito del Puerto.


Es mi Cái, que también existe en esta fábrica. Ese Cái que me dejaba las olas debajo del balcón y me saludaba con bruma si soplaba suroeste. Ese Cái que echo de menos antes de irme pero no duele porque está dentro, porque me lo traigo conmigo a esta orilla sin mar de piedras románicas y filigranas platerescas, a esta Salamora donde me esperan tormentas y amores nuevos, indecisiones y certezas, la perfección de ser imperfecta y tener derecho a equivocarme. A esta Salamora que es donde quiero estar, que es donde tengo una cuenta de sueños pendientes.

Esta es la Cái que me enamoró en febrero cuando el tiempo se posa en los ladrillos rojos de un teatro y suena en clave de comparsa tocándome el alma. Ese Cái de callejeras y arte puro en el barrio de la Viña vestido de bombillas y fiesta. Cái que se bautiza de amarillo cada domingo en Carranza y canta por pasodoble su himno oficioso antes de cada partido. Cái que se baña en Puerta Tierra en las noches de victorias; Cái que salta las olas y pide deseos en la mágica noche de San Juan.

Cái de milagros y devociones, Cái mágica del Arco de la Rosa y el bullicio del mercado con el pescado recién salido de las aguas. Cái de baluartes y castillos, de procesiones magnas, de gaviotas sobrevolando los palios y simpecaos que no se manchan con el salitre porque se limpian con las lágrimas del pueblo cuando sale el Greñúo.


La última vez que fui a La Caleta, Cádiz, supe que me estaba despidiendo de tí. Pero no me dió pena: sé que siempre volveré, que tú siempre permanecerás erguida en tu piedra ostionera y tus versos de febrero, con tus torres y tus azoteas, con tus fachadas de colores, con las sábanas al sol. Supe también que diciéndote adiós estaba haciendo lo correcto; y sigo bendiciendo el privilegio de pisar tu suelo, de soñar despierta por tus esquinas del aire. Y sé que sobre tí se posarán miles de años, nuevas primaveras, nuevos veranos, nuevos noviembres de tosantos y nuevos diciembres de zambombas. Y que algún día nada quedará de mis huellas en tu arena, aunque yo guarde cada paso en la memoria de mi piel.

Y aunque me despedí en el santuario de tu playa pequeñita con un pellizquito de sal en los ojos y en el estómago, subía por el camino abrazada a la alegría y a la esperanza porque aquí, al norte del oeste, en esta raya de cortinas de piedra, montes, granito, encinas y lindes entre pastos, está mi casa. Porque aquí me devuelve mi corazón como a esas olas que se empeñan en no tocar la tierra pero siempre retornan y terminan empapándome los pies y lamiendo la arena; porque quiero contemplarme en este río oscuro y generoso que termina abrazando tus aguas atlánticas para mecerte cada mañana.

Aunque nunca deje ya de cantarte, mi Cái preciosa. Aunque nunca deje de escuchar tu voz por alegrías y sea tu compás el latido de mi corazón, la bulería eterna de tu eco llamándome. Cádiz. Mi Cái.

10 comentarios:

Alfredo dijo...

Querida Berrendita, por mediación del blog de Tomas,he entrado en esta fabricade sueños
Solo decirte una cosa, si sigues regalando sueños así, te aseguro que sere un asiduo de esta fabrica, claro está si tu me lo permites

Un saludo

El Turista dijo...

Yo nose que decir porque no tengo palabras solo tengo lágrimas que derraman mis ojos. Para mí Cádiz es aquella dosis por la cual parte de mí vida tiene sentido , Cádiz es cuna de grandes amigos , Cái siempre Cái.
Gracias por acercarnos Cai , por acercarme Cái..

La puerta estaba cerrada,
la suerte junto a Dios Padre,
a su derecha sentada.
Y un ángel viejo mirando,
y encogiéndose de alas.

Y con su lira cantando,
¡ay, si esto fuera una guitarra!
con la que seguir tocando...
gaditana, gaditana...

La más bonita y galana,
divina las ganas de estarte besando.
Y con su lira cantando,
y encogiéndose de alas.

Y las mía, que de balas,
negras se fueron quedando,
Aquí me quedo tocando...
gaditana, gaditana...
la más bonita y galana,
contigo en la tierra y te sigo besando.

San Pedro estaba pescando,
la puerta estaba cerrada.

Yo quiero estar en tu reino, tu caravana de gloria.
Ser útil en tu gobierno,
de tu divina historia.
Mirar de arriba las nubes,
es todo lo que te pido.
Y valorar lo que tuve,
mientras estuve contigo.

Y ya me senté a la izquierda
de los reyes de este mundo apaleao.
Y por ser de sangre roja
y alas negras, también yo fui condenao.

No voy a sentarme a tu derecha
si tu no me das permiso.
Pero déjame caer en Cádiz,
que es la forma redentora
que yo tengo solamente
de volver al paraíso.

Comparsa: Los Angeles Caídos
Autor: Juan Carlos Aragón Becerra

Skunky dijo...

Berrenda...

Contemplar el mar desde el paseo marítimo mientras tu voz se mece al compás de las olas, ver ese sol gaditano reflejado en tu sonrisa, la sal engarzada en tus cabellos...

Así te recordaré cuando mis pies se hundan en la arena mojada...

Te llevas a Zamora un corazón gaditano...

Javier García Martín dijo...

Gracias por regalarme tu billete express a Cádiz. Después de leerte me parece que lo conozco, que he invertido horas en sus puestas de sol y que todavía conservo su arena en los bolsillos.

Alberto dijo...

Esa Cádiz mágica, la tacita de plata de los aires del mar y la sal, la valiente frente a los bucaneros usupadores, tu refugio, tu pedestal desde donde soñabas tus vueltas, curabas tus heridas; el nido desde donde el fénix revivió para vovler más fuerte, más real, más clara...

Un fuerte abrazo.

una maria dijo...

....Una vez más contemplamos un lugar, que tu haces que sea aun mas maravilloso, desde tus ojos.
Yo conoci de tu mano ese Cadiz que tu nos cuentas, me enseñaste esa Catedral a oscuras, esa Caleta, que marca la entrada de mi casa, y ese mar azul que te hice en pleno noviembre pisar para llevarme un poco de su agua.
Alli dejé de tu mano, de vuestra mano, una gran pena y subi llena de sal y de agua fresca, de ilusion y de esperanza, pues tu me enseñaste lo mas bonito de Cadiz.
Hoy con tus palabras me has hecho recordar lo que vivimos, lo que paseamos y como no lo que comimos, como disfrute de aquello.
Tengo ganas de volver, de visitar de nuevo aquello, hoy mas serena mas tranquila y con otra vision nueva de "tu Cai".
Nos has regalado el lado mas bonito de tus "siete" Cadiz.
Despues de leerte vuelvo a echarlo de menos, tengo que volver.........

Donce dijo...

Hoy, en pleno mes de Junio, mes de calores y soles,
hoy aquí, hace frío y llovizna.
Menos mal que tú has venido, de nuevo, a abrigarnos con un trocito de tu Cái, de esa tierra mágica llena de colores, sabores y risas. Con sensaciones que vuelven
locos los cinco “sentíos”.
Y si Cádiz siempre fue GRANDE, no me la quiero ni imaginar contigo dentro!! A partir de entonces se convirtió en la Tacita de Plata y Oro.
Amos que, como por allí no soplaban suficientes vientos, encima les llegó un torbellino...
Menuda revolución,
¡¡¡“VIVA LA PEPA”!!!
Qué buen sabor de boca habrás dejado por allí!
Así es que niña, tranquila, que Cái siempre estará esperándote con los brazos abiertos.
Y si ahora sopla el levante en tu corazón, ya llegará la brisa que lo tranquilice...
Un beso fuerte.

Ana Pedrero dijo...

¿Y ahora qué os contesto yo??
Uno a uno. A ver.

Costalero68: gracias por tus palabras. Eres bienvenido siempre porque esta fábrica no tiene puertas y no necesitas pedir permiso.

Turista: tenemos pendiente cantar un día juntos esa presentación de aquellos Angeles Caídos y de negras alas que tanto me hicieron llorar en el Falla.

Skunkita: me quedo tu corazón en prenda por el que dejo yo en Cádiz. Pronto bajaré, pasearemos juntas por nuestra playa y tendrás la certeza de que nunca me marcharé del todo.

Inmoderado: Guárdate la arena. Quizá un día pueda enseñarte mi Cái y se la devuelvas al mar, porque te traerás sus torres y sus azoteas en el corazón.

Conchero: qué bien entiendes mis palabras, qué bien me lees siempre. Por eso Cádiz, mi Cái, siempre será mi reposo y el refugio donde escaparme antes de tomar vuelo.

Maria de las Flores: sólo tienes que poner fecha. Espero que la próxima vez que vayamos sólo le contemos alegrías a las aguas y lo celebremos juntas.

Donce: eres la caña. No eres la única que piensa lo del torbellino, pero te doy mi palabra de que no hay huracán que resista los siglos como si nada. Y sí, pequeña: estoy segura de que habrá una brisa que deje levante en calma en mi corazón.

Besos a todos. Gracias a todos. :)

Guarismo dijo...

Berrendita: acabo de leer tu descripción de tu Cái, que hago mía, si me lo permites. Aunque soy de La Isla, Cái me llena, como me llena la provincia entera... y sus playas y sus vientos, y su sal y su gracia.

Berrendita: no recuerdo haber leído nunca un Cái tan bien escrito como lo escribes tú, como tú lo describes. Supongo que ahora, Cái, sin ti, te echa de menos.

Guarismo dijo...

Berrendita: acabo de leer tu descripción de tu Cái, que hago mía, si me lo permites. Aunque soy de La Isla, Cái me llena, como me llena la provincia entera... y sus playas y sus vientos, y su sal y su gracia.

Berrendita: no recuerdo haber leído nunca un Cái tan bien escrito como lo escribes tú, como tú lo describes. Supongo que ahora, Cái, sin ti, te echa de menos.