lunes, 9 de septiembre de 2013

Te llamaré por tu nombre

Para quien escribe dejándose la piel en cada esquina es más fácil bautizar a un león midiéndose en la arena con una bestia ante el mundo que elegir un nombre en un cuerpo a cuerpo, ganas de nuevas peleas entre tus brazos, en ese continente efímero donde sólo cabemos tú y yo.

Te he esperado como una gata sin celo y sin prisa, sin saber acaso que te esperaba y no sé el nombre que tienen los besos que sacian la sed de besos, si ni siquiera sé si habrá una próxima vez, si llegará un día sin urgencia en que mis dedos puedan descifrar si las carreteras que conducen a tu boca llevan a alguna parte.

Te llamaré por tu nombre. Y te lo dictaré al oído si tienes la poca prudencia de acercarte, de recortar distancias como quien se la juega de poder a poder, imponiéndote, venciendo. Porque sólo tú sabes que eres tú. Porque todos perdemos el nombre en el combate horizontal de piel a piel, en el cuerpo a cuerpo de quien alimenta el deseo de comerse a bocados y seguir viviendo sin nombre en días sin tiempo, en noches sin reloj, en la incertidumbre de repetir o no el vértigo de asomarte a mi escote, a mis labios sin miedo, el pulso acelerado, el corazón medio loco, el encuentro con el abismo, el tacto tan suave, la calma silente que siempre cierra una batalla.

Te llamaré por tu nombre porque me gusta cómo estalla la tilde contra mis dientes. Porque te mastico despacio, dos sílabas, seis letras. Y te muerdo sin guardarme nada. Porque conozco la mirada felina del primer encuentro, el león sobre la sábana, esta contienda, la promesa de ponerte un nombre con este orgullo de hembra restituida en su cetro.

Te llamaré por tu nombre. Y guardaré bajo la lengua la incógnita del próximo beso, por si sólo lo he soñado.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brutal. Me gustan las mujeres valientes y emotivas.

Anónimo dijo...

Ay Anita,me pones los pelos de punta.Besazos de la brujilla.