
Cádiz hace hoy su primera noche entre los pinos, al otro lado del Guadalquivir. Me gustaba acompañar a mi hermandad el martes, cuando los cohetes convocaban temprano a la misa de romeros entre los muros de San José, que son los muros de la Blanca Paloma junto al mar, cerca de Puerta Tierra. Las calles recién puestas, las voces del coro por alegrías y tanguillo, cantes de ida y vuelta, Santa María y La Viña, la salve gaditana culminando la misa, la medalla de cordón azul sobre el pecho, junto a la de la Palma del Condado, como si los volantes del vestido recogiesen el paso de los dos aunque siempre caminase yo sola tras la carreta.

Me gustaba ascender por la Cuesta de las Calesas y ver la carita hermosa de la Virgen del Rosario para cantar una Salve con sabor a despedida y a beso; el gentío en San Juan de Dios antes de enfilar de nuevo la Avenida para pasar por el Puente Carranza, dejando atrás la estampa de la Cádiz bulliciosa de los mediodías, la luz dorada sobre la cúpula dorada, la Bahía plateada bebiéndose el sol.
Me gustaba cantar con voz ronca las sevillanas de candela y barro, las de noches y estrellas, vamo a cushá, ajín depasito. El compás de las palmas, la mirada inmensamente verde de mi amigo Joselito enfundado en su traje corto, la mirada empapada de ternura de Cristina, las emociones encontradas cuando el simpecao avanzaba hacia el arroyo San Pedro y éramos como puntitos errantes sobre el mar, como si repitiésemos tras la Virgen el milagro del Cristo que anduvo sobre las aguas.
Hoy, esta mañana, juro que escuché los cohetes convocando a la misa de romeros. El olor a cantueso y tomillo en las calles recién puestas. La sal, el rumor de las olas primeras. Los ecos, la algarabía que viste a Sanlúcar de fiesta, el ir y venir de las barcazas con su bandera de España y de Andalucía ondeando de orilla a orilla, del Coto a Bajo Guía, del santuario pequeño a los verdes pinos, calor, arenas blandas, polvo reseco, vino en la copa, la emoción a flor de piel.
Cádiz ya está en camino mientras Jerez, El Puerto y Sanlúcar velan almas y plegarias. Y allá, en La Aldea, la Virgen del Rocío sonríe, iluminando el camino de los romeros del sur del sur, rinconcito de plata, coplas y devociones en verso.
Buena peregrinación, hermanos.
(Como quiera que mi ordenador petó y mis mejores fotos se quedaron en móviles y en ordenadores que ya no me pertenecen, la foto es de www.lavozdecadiz.es. Los recuerdos me los traje, como si hoy mismo hubiese caminado tras el simpecado)