Lo entenderás algún día, pequeño Martín, si alguien intenta exprimirte el corazón como si fuese un limón, o si alguien intenta robarte la alegría. Pero tú no lo permitas. Te lo explicará, quizá, la propia vida, aunque nada sepas ni debas saber ahora, que duermes ajeno al revuelo que has preparado con tu llegada, a la inmensa felicidad de tenerte, de verte por fin la carita y saberte, sentirte.
Te queríamos cuando eras un garbancito creciendo en el vientre de Amparo. Te esperábamos, aunque no tan pronto, para mecer la vida entre nuestros brazos, para abrazarla, para sonreir con tu primera sonrisa, para celebrar las mil cosas pequeñas que olvidamos celebrar por el camino. Porque tú eres la vida, la prolongación de tantas cosas, tantas vivencias con tus padres; de tantos días y tantas noches aquí, en esta ciudad que se alza sobre la piedra, la que te teje la sábana; y allá, donde tantos recuerdos dejamos al pie del mar, cuando mi vida se redactaba entre la sal y el viento de levante.
Bienvenido al mundo, pequeño Martín. Y a vosotros, Amparo y Lucas, gracias por este impagable regalo de vida. Que siempre se abre paso, que siempre se impone.
1 comentario:
Precioso y tierno. Bienvenido sea y enhorabuena a sus padres.
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