lunes, 14 de octubre de 2013

Así, azul. Así.


A veces te veo así, casi azul, anocheciendo, desdibujándote en una cabeza que te dibuja cada día porque lo que se ama nunca se olvida. Construyéndote sobre el horizonte, inventándome tu silueta donde rompe el agua.

Te pienso así. Azul. Sin la luz atronadora de los mediodías, mientras lame tus recortes de arena y piedra el océano y te acarician los vientos. Así, en silencio, azul, o gris, como si tanto tiempo me pintase los recuerdos de azul nostalgia, me robase tu luz intensa, el sol naranja de los atardeceres, el olor a sal de las madrugadas, el ronroneo salvaje del mar bajo mi ventana como un gato callejero rondando a una hembra.

Te veo así. Te veo con los ojos cerrados. Así. Y no me duele tu azul manso, tu luz tamizada por la ausencia. Volveré. Volveré a verte un día y le enseñaré tus rincones y tus callejuelas a quien quiera acompañarme en ese viaje. Quiero verte. Quiero compartirte. Y le contaré cómo es el soplo del Levante y esperaré a que se esconda el sol para que se enciendan sobre el agua los barquitos de pesca como estrellas, para que la luna nos sorprenda blanca sobre las azoteas y la cúpula.

Y cantaré con voz de febrero tus secretos, y resonarán felices mis pasos sobre los empedrados húmedos, y quizá otros pasos nuevos descubriéndote en la palma de mi mano, en el mapa de mis ojos. Y se asomará la vida a tus balcones y a tus miradores, y se encenderá mi alma y serás de nuevo mediodía, luz naranja, el color, la sonrisa de la madrugada.

Volveré. Y te dictaré mi nombre una vez más para que no se te olvide que siempre te quiero, que siempre te espero. Y escribiré en la arena otro nombre para que lo sepa el agua, o dejaré para siempre en blanco la playa secreta, el mar pequeñito donde se disuelve en amor y esperanza mi corazón.


(La foto es de mi amigo Manuel Sánchez Quijano. Volveré)