miércoles, 29 de febrero de 2012

Mañana seremos memoria

Hoy aún asoma a la pantalla del ordenador, testigo de ese barandales virtual en que nos fuimos convirtiendo construyendo, levantando los muros invisibles de una casa grande. Tan grande, que cabíamos todos. Una casa donde se vivía con pasión la Pasión, en mayúsculas. La Pasión de Zamora. La Pasión de todos los zamoranos, los de aquí y los de allá. La Pasión de todos los que celebran cada año con el alma limpia y la mirada limpia la muerte de Jesucristo, que finalmente subirá Resucitado por la cuesta que vierte en mi plaza o por cualquier cuesta del mundo.

Pienso en aquel chaval tímido, 'greñúo' como mi Nazareno gaditano, Javier, que con cuatro aperos técnicos, ayudado por sus hermanos, cimentó y puso en pie esa gran casa con la primera luna de la primavera por techo y las estrellas de tantas noches aguardando tras las ventanas. Noches velando almas y plegarias, noches de pies desnudos, de pana verde, de sudor bajo el paso. Noches de frío glacial y bombardino, de Miserere esperando la claridad junto al Calvario erigido sobre los adoquines. Noches de redactar las crónicas en caliente, con la túnica de lana puesta y el frío de las losas en los pies; noches de subir galerías de fotos con las imágenes que aún iban prendidas en la retina, hasta que la madrugada saludaba la primera entrada, mientras la ciudad dormía a la espera de un nuevo día santo.

Ahí, en esa casa, no cabían las vanidades, ni los besos de veneno y culpa, ni las monedas manchadas de traiciones. Ilusión, sólo ilusión. Y mucho trabajo. Callado, sin anuciarse, a imagen y semejanza de Javier, cuyo pudor le impedía obtener cualquier reconocimiento público. En torno a él, se vertebró una familia de verdad que nos hemos visto compensados todos estos años con el mejor de los sueldos: la amistad, la sonrisa, el abrazo. Las horas de radio, el mantel compartido. La cúpula a nuestras espaldas, tocando el cielo de Zamora. Tantas cosas, tantas. Tanta verdad, tanta emoción. El pan a medias, el vino en la misma copa.

Gracias, Javier. Gracias siempre. Por tanto. Por todo. Por lo que nos resta. Para siempre. Ha sido un orgullo compartir este viaje contigo, poner ojos y voz a lo que siente nuestro pueblo, que pervivirá por los siglos, por encima de las personas. Eso es lo que nos salva. Y esa Cruz universal que se alza en el Campo de San Francisco en cualquier parte del mundo, que siempre florece cuando llega abril. Y esas lágrimas que nos limpian, aquí o allí, a cielo raso o bajo palio, en el Duero o en el Guadalquivir. Y ese Nazareno que un día dejará el madero para andar en la mar. En la mar de Cádiz.

Gracias, Alberto por tu coherencia con todo aquello en lo que crees. Porque tú eras esa pieza imprescindible de cordura. Por tu fe inquebrantable, por tus cimientos, tan sólidos.

Gracias, Jose. Gracias, Víctor. Gracias, Álvaro. Gracias, Ana. Gracias, Jaime y Rubén. Gracias, Manolo y Juan Carlos. Gracias, Jesús. Gracias, Horacio. Gracias a los que siempre estuvísteis cerca; a todos los que en algún momento habéis sido parte de esto. Gracias a los foreros del terruño y de la diáspora que hicieron del foro un lugar de encuentro y no un vertedero de inquinas; porque eso no es Semana Santa. Gracias a los que nos han leído con la misma emoción, con el mismo cariño que hemos puesto en todo.

La Pasión de Zamora tintinea hoy por última vez en el ordenador. Hemos cumplido una etapa. La cumplimos hace tiempo. Nuestra será siempre la satisfacción de haberlo vivido, de haberlo contado. Mañana, seremos memoria.
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miércoles, 15 de febrero de 2012

Tú eres la sonrisa del mundo

Sé que te amo porque cierro los ojos y me veo en tus calles vestida de verano, rompiendo el aire, descontando los días que restan para febrero. Porque sólo con desearte desando kilómetros y venzo este frío tan de mi tierra para sentir la caricia de tu viento de Levante secándome el pelo, besando con arena y salitre mi rostro.

Sé que te amo porque cada noche rezo tu nombre como la letanía a una diosa, aquella que miraba al mar bajo mi ventana. Porque espero las madrugadas cosida a la pantalla de mi ordenador buscándome entre las butacas, en el foso del templo de ladrillos coloraos. Allí donde conocí de primera mano el revuelo de los camerinos, las gargantas rompiéndose noche tras noche, el humo que echaban los teclados que intentábamos transmitirle al mundo lo que Cádiz canta bajo la luna. Allí, en ese Falla donde descifré tu nombre por tangos, donde conocí las tripas mismas del Carnaval cuando ya lo tenía enredado en mis tripas, si la poesía y la música de Juan Carlos me condenaron en el mismo patíbulo donde una comparsa le cantaba a la luna con las manos atadas y el espíritu sobrevolando aquellos muros.

Sé que te amo porque todas mis noches desembocan en La Viña, con el mar pegando fuerte por Arricruz y la primera luz convocando a una retirada a destiempo, con la humedad de Poniente calando los huesos, la rasca de la ginebra envalentonándome el alma y el olor bravío de las aguas lamiendo mis pasos de retorno. Porque mi lengua recita tus cuartetas, porque mi voz canta siempre en todas tus voces.

Sé que te amo porque te he desvestido mil veces con la claridad primera, a la derecha el Campo del Sur, la cúpula amarilla, la dorada piedra ostionera; y más allá, a la izquierda, San Fernando, con el guiño intermitente de tu faro pidiéndome permiso para entrar en mi casa mientras yo volvía con la mochila cargada de versos y la playa se hacía arena y verdad despuntando el día.

Sé que te amo porque tu nombre está pegado a mis labios como el beso del deseo, como el nombre maldito, el veneno, el agua, la vida. Porque tus coplas llevan el tres por cuatro de mis latidos, que siempre percuten con sus nudillos sobre mi pecho, galopando sin piedad sobre mi memoria, obligándome a quererte.

Sé que te amo porque te echo tanto de menos que me dueles aunque tú eres la sonrisa del mundo. Porque no quiero que mi cántico sea un lamento, si tú eres la cuna de la alegría, la novia del mar, la Tacita donde vierten todos los sueños de esta fábrica.

Cuánto te quiero, Tacita.

(La foto es de Manué que se posa su mirada como nadie sobre todas las cosas que hay en nuestro Cádiz)

jueves, 2 de febrero de 2012

Rafael, versión 4.1

Malacostumbré al pequeño de la casa por su cumpleaños y ahora, cada dos de febrero, vengo a esta fábrica a presentarle respetos y cariños. Para que no se nos olvide que somos hermanos; que compartimos mucho más que la genética o el verde de las pupilas. Tanto, que no cabría en este blog ni éste ni todos los doses de febrero hasta que se acabara el mundo.

Mi hermano Rafa hoy estrena la versión 4.1 de la vida. Podría decirle que no es tan malo, que cumplir años siempre es sumar, por mucho que a veces miremos hacia atrás y nos sintamos más perdidos y menos seguros que cuando éramos más pequeños. Pero esto debe ser crecer. Pero esto es la vida. Y a mi me encanta vivir, incluso cuando reniego de la vida. Incluso cuando le pediría de verdad al mundo que parase para apearme.

Me encanta la vida, incluso cuando hago marcas de agua en el calendario con las lágrimas que dejo escapar a escondidas; incluso cuando tengo el corazón tiritando y cada latido es un imposible. Me encanta la vida, hermano, incluso cuando nos abofetea, o cuando la desesperanza araña con tal fuerza nuestras tripas que nos duele. Porque sé que al final uno siempre se levanta, se pone de pie y sigue caminando por su destino, solo o acompañado, sumando doses de febrero, dieciséises de abriles, completando calendarios.

Porque sé que cada herida deja unas cicatrices invisibles en la piel; un código de barras cifrado en el alma que a la larga nos hacen más fuertes. Y quiero pensar que tú, que siempre serás el pequeño, navegas por ese aprendizaje de dolor y lo salvas al final con una sonrisa que hace que me guste aún más la vida. Porque cuando tú sonríes es como si a mí se me encendiesen todas las luces.

Porque la vida, contigo cerca, siempre me apetece mucho más. Porque no entendería mi propia vida si no hubiese habido un dos de febrero en que vinieras al mundo. En el día de las Candelas. En el día de la luz.

Te quiero.

Feliz 4.1, Rafita!!!


(La imagen es una fotocomposición de Rafa sobre su cumple que le he mangado del Facebook. Haciendo el macarra, rodeado de amigas, conmigo cerca, celebrando la vida como yo celebro la suya)