jueves, 17 de febrero de 2011

Escúchame, Cádiz


Escúchame, Cádiz. Escúchame ahora, en este febrero en que se rompen las gargantas diciendo tu nombre.

Escúchame ahora, antes de la oscuridad, cuando el mundo gira en torno al ombligo de tu teatro de ladrillo rojo. Escucha mi voz entre tantas voces.

Escúchame, Cádiz. Yo te hablo. Yo te escribo. Yo te canto. Escucha mis dientes entre tanta copla, entre tanta música como te arrulla cada noche, como te sostiene en pie hasta la madrugada.

Escúchame, Cádiz. Escucha mi abrazo devorando los kilómetros, escucha mi ausencia gimiendo con el viento del norte, azotándose contra las piedras del campo del Sur.

Escúchame, Cádiz. Porque mi cántico es más puro, es más roto, es más hondo. Porque mi voz está más quebrada. Porque mis versos son más desgarradores. Porque te echo de menos con los cinco sentidos, porque me duele el alma de soñarte, porque ya no existen febreros, ni océanos bajo mi ventana si no te tengo.

Escúchame, Cádiz. Porque yo te amo. Porque yo siempre te escucho y nada te demando. Porque yo me moriré cantando sin voz conocida, guardando febreros en el puño de la mano, acariciándote cuando te hiera la sal.

Escúchame, Cádiz. Porque yo te canto desde el silencio. Porque yo siempre canto para tí.

(La foto, de Manué)

miércoles, 2 de febrero de 2011

Rafael, version 4.0

Sólo nos separan veintidós meses, pero para mí siempre será mi hermano pequeño, así pasen los años, así pase la vida. Rafael. El pequeño. Por eso hoy, dos de febrero, cuando el calendario me dice que Rafa estrena su versión 4.0, en realidad la que cumple años soy yo. Porque es imposible, porque mi hermano pequeño no puede cumplir cuarenta años, coño.

Escribo casi furtivamente, en una oficina donde las noticias adquieren la velocidad vertiginosa que imprime el instante. Es la dictadura de internet.

Pero aunque no sea una entrada escrita contra la madrugada; aunque no lleve el sello de la soledad que siempre acompaña mis escritos; aunque no sea el primer regalo que encuentra año tras año en la pantalla de su ordenador, aunque termine a toda prisa estas lineas sin puntuacion desde una blackberry que ahora mismo es un mundo, estoy en hora, hermano querido, de sonreirte, de escribirte un dos de febrero mas que eres el mejor regalo que me hizo la vida y que en esta version 4.0 de tu vida los dos descumplimos annos: tu porque siempre seras el pequenno. Y yo, porque siempre me resistire a dejarte crecer por mucho que sobrevueles los cuarenta.

En el dia de las Candelas, en la celebracion de tu inmensa luz, te quiero, hermano mio. Gracias siempre, Rafa, por las cuarenta bendiciones,los cuarenta febreros que sostienen tu sonrisa.

TE QUIERO.