lunes, 21 de junio de 2010

Yo te abrazo, Señor



Yo, Señor, siempre te desenclavo de la madera, siempre te arranco la Cruz, y te llevo vivo, conmigo.

(Y en esta ocasión, también te abrazo, Señor, en desagravio)

miércoles, 9 de junio de 2010

Se hizo inmensa ante mis ojos


Los libros hablan, son la lengua eterna que conjuga los tiempos del mundo. Zamora lee en renglones torcidos la historia del olvido, del silencio cómplice de los mansos que se pliegan ante el poder, que humillan la espalda como los bueyes bajo el yugo.

Algún día, el libro de la Historia hablará de la gesta, de la tarde en que el pueblo zamorano se unió para cantar con su lengua llana las verdades del barquero, que no era el de Olivares, ni el Caronte de los clásicos, si a la otra orilla estaba la vida. Para recitar el futuro como un verso florecido en mayo a las puertas de un viejo cuartel.

Los libros hablan en la ciudad que permanece callada, sabedora de que cuando los ciudadanos conjugan el mismo verbo no hay silencio que pese más que la razón de los que reivindican desde la justicia, la paz y la palabra.

Zamora hizo de su viejo cuartel el libro abierto a la vida y todos los que estuvimos allí escribimos, a golpes de corazón, la página más bonita de cuantas ha vivido la ciudad eternamente cercada, enmudecida en la piedra.


(Hace veinte años, Zamora se despertó de su ensoñación peremne, alzó la voz y tomó un cuartel para convertirlo en universidad. Miles y miles de personas se unieron, haciendo verdad el milagro de la convivencia, la reivindicación en paz, el civismo y la tolerancia. Un día de estos os subo la verdadera historia de esta ciudad, la mía, el día que se hizo inmensa ante mis ojos)