jueves, 29 de enero de 2009

No es un lugar para morir

El pasado sábado, un joven moría en la Gran Vía de Salamanca atropellado por otro, con el que previamente había mantenido una discusión. La ciudad continúa consternada. Y yo, que adoro la noche, sigo pensando que no es un lugar para morir. Ahí os la dejo. Besos.

No es un lugar para morir.

martes, 27 de enero de 2009

Acaríciame

De vez en cuando la vida nos hace agachar las orejas y pedirle perdón en voz baja por todo aquello que mascamos en momentos de ira. De vez en cuando la vida nos pasa la mano por el lomo y en su caricia esparce vientos cargados de yodo y tiritas, sutura de almas rasgadas, cirugía de urgencia en los latidos, ternura en estado puro.

Acaríciame, que quiero ser pequeña bajo el peso de tus dedos.

sábado, 24 de enero de 2009

Azótame

De vez en cuando la vida me quiere someter con latigazos a su disciplina. Es entonces cuando sus arreones me hacen crecer, aunque lo pague tan caro, aunque se me vayan las noches en sangre y rabia.

Azótame siempre, que quiero ser más grande.

jueves, 22 de enero de 2009

Yo no me callo

A veces pienso que cuando no alzamos la voz, que cuando miramos hacia otro lado, todos somos cómplices de las atrocidades que le dejamos cometer al mundo. Está ocurriendo en Palestina, sin testigos, sin barreras, sin vergüenza de todos los que miramos y pensamos que no va con nosotros. Sé que mi columna no llega donde debería. Pero, al menos, no me callo. No ante esta barbaridad.

Es la columna del jueves.

martes, 20 de enero de 2009

San Cañoño el bueno


Hizo de la calle su casa y de la educación una norma. Zamora era menos de piedra cuando lo mecía en sus brazos.

Perro viejo en las lides de la vida, su mirada pequeñita, viva y rasgada aún destilaba la inocencia de los niños.

Así, tan menudo, tan de nadie. Así lo proclamé santo el mismo día que enterrábamos a mi abuela, hace ya casi diez años, cuando fue el único que arrancó con su presencia lágrimas de emoción de los ojos de mi madre, siempre tan en la cima de sus rocas, tan dura, tan valiente, integrado en aquel desfile de condolencias por donde pasaron alcaldes y gobernadores, militronchos y civiles, vividores y beatos, jóvenes y mayores, fachosos y rojeras, tirios y troyanos. Y Cañoño, tan recogido, tan puro en el dolor de verdad, el que nos arañaba las tripas a la hora de despedir a una hembra tan matriarca, tan de granito y terciopelo, tan de sumar horas al pie de la barra destilando vida chato por chato.

Lo recordaré siempre enfundado en su tres cuartos impecable, revistiendo en jaspeado la pobreza con una dignidad que no poseen los que se llaman señores. Haciendo sonar las huchas en las petitorias de San Antón, tal y como lo inmortalizó Víctor en esta foto que ya es un sueño más de la fábrica, al pie de San Vicente, antes de la procesión de las benditas bestias. Así, en Cañoño puro. Destilando ternura en sus verdades desdentadas. Tan repeinadico, con las facturas de la vida tatuadas en la piel reseca, con la vara florida de enero y el cigarro eterno entre los dedos; con la sonrisa esparcida sobre los mismos labios que mascaban soledades por los adentros.

Se nos fue hace unos meses, cuando coleaban los últimos soles de 2008, antes del tiempo del frío, restando ese patrimonio humano ya tan escaso que hace de la ciudad que nos vio nacer algo más vivo, algo más auténtico, menos malo. Probablemente las calles del otro lado sean más generosas; probablemente lo eterno no le putee, y su abrigo le resguarde más de todas las miserias del mundo.

Descansa al fin, mi buen Cañoño. Santo de lo cotidiano, superviviente de mil batallas.

jueves, 15 de enero de 2009

Ahora, sí

Ahora sí. Ahora os lo cuento con más calma. Me repito, pero no importa. Es una lección de vida y hay que aprovecharla.

Besos.

Es la columna de hoy.

martes, 13 de enero de 2009

13 de enero


Hubiese sido bonito poder celebrarlo juntos, aunque al final hayamos redactado nuestras vidas en renglones separados. Y si hoy te lo escribo aquí, es porque sé que precisamente aquí, en esta fábrica de espejismos que se sostiene sobre sueños quebrados, no me vas a leer. Aquí nunca.

Cuando el viento sople del norte, te llevará besos de tierra adentro sin sabor a culpa. Y así será cada trece de enero, por encima de los siglos, con la caricia del mar siempre bajo la ventana, con la diosa de bronce que mira a las aguas guardando las puertas. Sin rencores, por todo lo bueno que me diste, por los centímetros de sabiduría que crecí a tu lado, por el milagro de amor que durante años empapó nuestra casa, aunque tú ya lo conjugues en otra casa, en otro nombre.

Y si sonríes, sabré que la vida está siendo generosa contigo.

Feliz cumpleaños.

(La foto es de Manué)

jueves, 8 de enero de 2009

Magos de verdad

Hace poco más de un año, cuando regresaba a mi tierra con las alas rotas y el corazón triturado en un mortero, me sentía tan sumamente pequeña y vencida que tuve que volver a sus brazos y a su casa para hacerme mayor otra vez antes de inventarme otra vida.

Quizá nunca lo lean, yo no se lo voy a enseñar, pero ahí quedan estas palabras para los Magos, en mayúscula, que nunca fallan: mis padres.

Es la columna de hoy.
Magos de verdad