Os pongo en antecedentes. El pasado lunes, un anciano de 80 años moría abrasado en Salamanca al encender una hoguera y quemarse el contenedor del camión donde vivía, en un cementerio de coches. Sigo sin reponerme y sin mirar de frente a esta vida que se supone que es más justa, más solidaria, más igualitaria. Y allí, en ese contenedor, sigue ardiendo nuestra vergüenza. Besos.
Abrasado en la hoguera de nuestra vergüenza
viernes, 28 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
Castañas, mandarinas y niebla
Os dejo la de hoy. De siempre noviembre me pareció un mes triste y he dejado que la niebla se pose sobre el teclado. No es nada grave, ni nada especial. Sólo es noviembre. Sólo son castañas, mandarinas y niebla. Besos.
Castañas, mandarinas y niebla.
Castañas, mandarinas y niebla.
domingo, 16 de noviembre de 2008
Necesito escuchar el mar
El viernes, cuando volvía a casa, ya de madrugada, cerré los ojos y apreté los puños, como los niños pequeños cuando desean algo fervientemente.
Subía por la cuesta que conduce a mi casa, atrapada entre la luz dorada que se refleja en las piedras taciturnas. Subía desenganchándome del bullicio de cada fin de semana, de la algarabía estudiantil tomando las calles por asalto. De las sonrisas que congela en azul el neón. De los hielos que cortan la garganta como filos de navajas.
El viernes, cuando volvía a casa por la cuesta del silencio, cerré los ojos. Y apreté los puños. Quería escuchar una vez más el mar rompiéndose bajo mi ventana, igual que se rompía aquellas madrugadas en que yo escribía y salía a descifrar la luna grabando en plata su nombre sobre las aguas.
Cerré los ojos. Quería, necesitaba escuchar el mar.
(Te echo de menos, Tacita)
Subía por la cuesta que conduce a mi casa, atrapada entre la luz dorada que se refleja en las piedras taciturnas. Subía desenganchándome del bullicio de cada fin de semana, de la algarabía estudiantil tomando las calles por asalto. De las sonrisas que congela en azul el neón. De los hielos que cortan la garganta como filos de navajas.
El viernes, cuando volvía a casa por la cuesta del silencio, cerré los ojos. Y apreté los puños. Quería escuchar una vez más el mar rompiéndose bajo mi ventana, igual que se rompía aquellas madrugadas en que yo escribía y salía a descifrar la luna grabando en plata su nombre sobre las aguas.
Cerré los ojos. Quería, necesitaba escuchar el mar.
(Te echo de menos, Tacita)
viernes, 14 de noviembre de 2008
Vender esperanza
Así, 'Vender esperanza', se titulaba la columna de ayer. Yo no pierdo la esperanza de poder hacerlo algún día. Besos.
Vender esperanza
Vender esperanza
jueves, 6 de noviembre de 2008
Terrorismo de puertas adentro
(Como cada jueves, ahí os dejo la columna del periódico, que últimamente hace faena de aliño en esta fábrica donde alguna vez fabricamos sueños. Aunque publicada hoy, fue escrita en la noche del pasado martes, horas antes de que se conociera que una mujer zamorana moría a manos de su marido en Alcorcón. Sirva, aunque tarde, como homenaje a esta nueva víctima de la sinrazón y el miedo y a todas aquellas que perdieron la vida sin aprobar la asignatura de ser libres. Que la tierra le sea leve, más leve al menos que los golpes que sienciaron su voz a lo largo de 47 años de convivencia con el terror. Y que por fin descanse y encuentre la paz.)
Terrorismo de puertas adentro
Terrorismo de puertas adentro
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